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El órgano del Palacio Nacional

Joaquim Zueras
Crítica musical



(Nº 39, Verano, 2020)


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A vuelapluma


El 19 de mayo de 1929 se inauguró en Barcelona la segunda gran Exposición Internacional, que fue recibida con entusiasmo. Los visitantes tuvieron ocasión de contemplar una variada muestra de la producción industrial barcelonesa: modernos tejidos de algodón y lana, maquinaria textil, motores eléctricos, cocinas y calentadores de gas, etc. Muchos países también ofrecían sus productos más cualificados, sobre todo el sector del automóvil.

El conjunto arquitectónico es muy variado: El Estadio de Montjuïc que fue convertido en estadio olímpico en 1992, el Teatre Grec, el Poble Espanyol –recinto que que recrea ejemplos de la arquitectura popular española-, el pabellón Mies van der Rohe, el palacio del Treball, de Comunicacions, de la Electricitat, de la Premsa, el de Alfonso XIII y de Victoria Eugenia... la Font Màgica –admirable espectáculo luminotécnico proyectado por Carles Buïgas– y el monumental Palau Nacional, corazón del certamen.

El Palau Nacional alberga el Museu Nacional d´Art de Catalunya. En 1969, el maestro nos llevó para enseñarnos unos murales románicos y por un pasillo vi una pequeña cortina, la descorrí y quedé petrificado: una gigantesca sala oval en penumbra capaz de alojar a 20.000 personas y un órgano de enormes dimensiones; por la luz del atril distinguí a un profesor de órgano del Conservatorio Municipal de Música dando instrucciones a un alumno.

El órgano que vi era un E. F. Walcker y Cia. construido para la Exposición de 1929, de tracción eléctrica, de cinco teclados manuales y pedalier, con 154 registros, algunos tan singulares como diversos tipos de campanas, gongs, truenos, castañuelas y tambores, además de un piano de cuerdas cruzadas como un registro más. Por algunos programas de la época podemos ver que actuaron relevantes organistas nacionales y extranjeros. Además del repertorio para órgano se interpretaban algunas transcripciones de orquesta, sobre todo sinfonías, aprovechando el carácter orquestal del órgano y porque era una manera económica de dar a conocer obras en tiempos en que el disco no era asequible a todos los bolsillos; tengamos también en cuenta la escasa calidad de las grabaciones de antaño y la poca duración que podían alojar esos discos. La noche del 6 de julio Alfred Sittard, organista de San Miguel en Hamburgo inauguró el órgano, del que dijo: “Teniendo en cuenta las dimensiones de la sala el constructor tomó una resolución práctica, forzando la presión del aire y con su arte especial en la armonización resolvió este problema con el mejor éxito. Los juegos de Contras son de una fuerza y sonoridad jamás alcanzada, la lengüetería es dominante sin ser estridente, a la cual se adaptan los juegos labiales como Cor de Nuit, Quintanón, Bourdón y flautas, registros de delicado y suave timbre”.

En el Diario Oficial de la Exposición del 14 de julio podemos leer: “La primera parte del programa estaba consagrada al gran Bach; fue el gran Preludio y fuga en mi menor, siguiendo el Allegretto en sol mayor, Adagio en fa menor y Toccata y fuga en re menor, y en cada obra aparecían nuevas sonoridades, exhibiéndonos una riquísima gama de matices y combinaciones. En la segunda parte el Coral en la menor de C. Franck, Prière a Notre Dame de la Suite Gothique de Boëllmann y la brillante Toccata de la Quinta Sinfonía de Widor. Terminó tan notable sesión con la Fantasía y fuga de Liszt, Ad nos ad salutarem undam y finalmente el resplandeciente Concierto en fa mayor de Händel, obras en las cuales aparecía aún enriquecida hasta el infinito la paleta sonora. Alfed Sittard, que tocó todo el programa de memoria, hizo gala de su buen gusto y de su dominio técnico, recibiendo continuas y merecidas ovaciones”.

En algunas ocasiones el instrumento era el medio del que se servía la Escuela Municipal de Música de Barcelona para impartir clases magistrales. Durante el curso 1944-1945 se celebraron dos sesiones a cargo del profesor Juan Suñé Sintes, sobre “El coral para órgano”, con ejemplos de Johann Cristoph Bach (tío de Juan Sebastián Bach), Friedrich Wilhelm Zachau (maestro de Händel) , Johann Gottfrield Walther, Johannes Brahms, etc.

En 1954 Organería Española inició un proceso de reforma consistente en ampliar la fachada, con lo que se ganó en en impacto visual y en relieve acústico; se añadió un teclado más, determinaron que los efectos de percusión sobraban por extravagantes, pero colocaron otros registros, como uno que accionaba una trompetería interior de batalla y otro de corneta. Las obras concluyeron en 1958 y la presentación corrió a cargo de Fernando Germani, organista del Vaticano y catedrático de órgano y composición del conservatorio de Roma. Algunos afirmaron entonces que era el órgano más grande de Europa; en cualquier caso sí que era el más grande en España.

Michael Reckling dio dos conciertos en el Palau Nacional en 1971, que hoy recuerda con agrado y cierta melancolía. Poco después, la degradación del edificio, la dejadez y la falta de interés por la música resultaron fatales; en 1974 se desprendió parte de una cornisa, dañando la consola. En 1985 se me concedió poder visitar la Sala Oval sólo unos minutos y vigilado por un conserje. El panorama era desolador: Trozos del techo habían dañado al órgano, junto con filtraciones de lluvia, el polvo, la carcoma... para colmo, las ratas habían roído los cables del instrumento. Solicité subir al primer piso de la sala en donde estaba la cónsola, pero se me negó la propuesta con el argumento de que el piso podía derrumbarse.

En 1992 se rehabilitó la Sala Oval, dejando el colosal órgano inservible y trasladando la consola de forma chapucera a un almacén municipal. No obstante, la restauración de la sala conmovió a algunos barceloneses en lugar de lamentarse por el desaguisado. Como he podido confirmar en “MNAC seveis” el propósito es alquilarla a particulares: “Aquesta sala ovalada de 1.600 m2 és un espai idoni per a la inauguració i la clausura de congressos i per a la celebració de recepcions de tot tipus i d'actes culturals i empresarials”.

 


Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Verano de 2020
Artículo que vió la luz en la edición nº 39 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505



 

 

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