Una noche de junio de 2020, en la Plaza de Santa Ana, Madrid. Recién estrenada la “nueva normalidad”, la ciudad y el país intentan recuperar su vida anterior, la de los abrazos y reuniones, la del foro y su algarabía… El mundo entero lucha por conseguir sonreír de nuevo frente a un invitado sorpresa al que nadie ha invitado, y al cual todos deseamos ver salir para nunca más por la puerta.
Ayer noche llegaron al aeropuerto Adolfo Suárez entre dos vuelos. Uno procedente de La Habana y otro de Roma. Entre sus tripulantes y según su DNI arriban en suelo español Antonio Esteve Ródenas, natural de Elda, Alicante, más conocido como Antonio Gades, y Rafael Alberti Merello, nacido en el Puerto de Santa María, Cádiz. Y por casualidades del destino o caprichos de un histórico punto de encuentro ya desaparecido al que llamaban “Viña P”...
- ¡Rafael, mi poeta predilecto! ¿Cuándo has llegado?
- ¡Pero Antonio quillo! A quien menos imaginaba encontrarme yo aquí, te hacía en Cuba… Vamos a “Viña P”, hay que celebrarlo… Te invito a una copa.
- Pero poeta, si en Viña P solo hay escombros y sacos de yeso… ¡Es una obra! Vengo de ahí ahora mismo y me he quedado pasmado… Nuestro bar, nuestro lugar de reunión ya no existe… ¿Recuerdas qué cantidad de buenos momentos hemos pasado allí? Parece que fue ayer… los impecables sombreros de Valderrama y Marchena, las confidencias con mi amigo “Güito” o las tertulias taurinas con los Girón… -rememora Gades con entusiasmo-
- ¡Qué añoranza! Es como si me arrancasen del alma las ligaduras de las vivencias… Tienes razón, si hasta el Hotel Victoria parece la factoría de Walt Disney con tanta lucecita. No sé yo si los Dominguines seguirían haciendo de él su casa antes de una tarde de toros en Las Ventas. ¿Cruzamos a la Cervecería Alemana? al menos esa sí que sigue abierta. -afirma el poeta.
- Claro que sí, vamos Rafael, allí también hemos intentado arreglar el mundo en mil reuniones con los camaradas… ¡Cómo ha cambiado todo! ¿Qué diría tu amigo Federico si levantase la cabeza? Seguro se quedaba de piedra, igual que ahora…
- Se equivocó la Paloma Antonio, se equivocaba... –evoca sus versos el poeta, asomado al pasado desde el presente.
Desde una mesa de la mítica Alemana, los dos artistas contemplan el trepidante cambio sufrido en este tiempo, las severas medidas profilácticas del personal, la preocupación latente que no permite desencorsetar por completo el ánimo ni el ambiente en un templo del ocio y la diversión como es donde se hallan. Con anterioridad este local se convertiría en un verdadero núcleo geopolítico para los idealistas más revolucionarios, hippys e intelectuales que cocinaban a diario el sueño de un caldo de cultivo con sabor a libertad, justicia e igualdad social...
- ¡Oye Antonio, ¿tú sabes qué es eso del Coronavirus?
- Pues he leído un poco en el diario –afirma Gades– y parece ser que es un virus mortal que se ha cargado un montón de población... Hemos llegado a tiempo. Fíjate, la gente se ha pasado confinada dos meses en sus casas, ha sido dicen, una tragedia mundial y gravísima.
- ¡Cómo está el mundo! en el fondo tampoco han cambiado tanto las cosas... antes la gente se moría de hambre y ahora por el virus... y el salir o no hacerlo, sigue siendo causa del mismo culpable: el miedo. –sentencia Alberti.
- He oído al camarero antes de decir que están cerrando todos los “tablaos”, ¿qué hubiera sido de mí, por ejemplo sin Torres Bermejas? Quizá mi vida no hubiera sido la misma, allí empecé y allí me hice artista.
- Como tú bien sabes querido Antonio, los “tablaos” se han mantenido gracias al turismo, los guiris han sido los mecenas de nuestra música. Si no hay turismo, no hay “tablaos” y como a la inmensa mayoría de españoles, el flamenco le trae sin cuidado y a los dirigentes la cultura siempre les ha interesado más bien poquito... pues en estas nos vemos.
- Estoy completamente de acuerdo, yo que he dado la vuelta al mundo bailando y he podido comprobar de primera mano, la riqueza patrimonial que fuera de nuestras fronteras el flamenco posee, admito con gran disgusto que aquí, en la cuna, en su centro neurálgico, nunca se le haya dado el sitio ni la importancia que merece. Ya sabes que yo renuncié a las ayudas del Estado y creé mi propia cooperativa y con ella mi compañía... la posición política del gobierno siempre fue muy evidente. Como diría con su sabia ironía nuestro amigo Morente: “Para qué vamos a hacer las cosas bien, si las podemos hacer mal...” (risas)
- De aquello ya ha llovido, el tiempo pasa para todos... ¿Cómo fueron tus inicios Antonio? ¿lo recuerdas? –pregunta el poeta.
- Madre mía... pues mira poeta, a mi llegada a Madrid debuté como botones en un hotel... (risas) Nada más lejos del arte. Pero cuando comprendí que mi mundo y mi vida era el baile, recalé en la emblemática escuela madrileña de Amor de Dios, la antigua, la de la calle que lleva el mismo nombre, no la que he visto de camino hacia aquí sobre los techos del Mercado Antón Martín. Después vino Torres Bermejas, donde nos juntamos el trío Madrid, Mario Maya, El Güito y yo. Allí grabamos para el programa Rito y Geografía del Baile una soleá inolvidable que ha quedado para los anales de la historia...
- Los recuerdos de aquel Madrid laten con la indomable fuerza de la nostalgia en mi memoria. La casa de las flores del maestro Neruda supone el eslabón más definitivo en mi aventura lejos del mar. Allí, al pie de la calle Princesa, leía mis poemas junto a otros amigos y poetas compartiendo nuestras pasiones más fervorosas: la literatura y la política. –asevera no sin aflicción el gaditano y continúa.
Ya no quedan tertulias, los cafés están en silencio, solo se escuchan la vajilla y los chismes y la inquietud del conocimiento se ha convertido en algo de ayer. Nuestros jóvenes deberían ser conscientes de que la cultura y su intercambio son la única llave que abrirá las puertas de su futuro, solo el conocimiento puede hacerlos libres...
-Como lo fuimos tú y yo Rafael, como lo somos ahora... –concluye Gades.
Deben ser cerca de las ocho de la mañana. Los primeros rayos del sol se saltan el confinamiento de mi persiana con el pretexto de despertarme... Doy media vuelta y al desperezarme, queriendo retomar el sueño, observo lo que ha quedado de él disperso en mi memoria. La imagen de Gades recordando a Alberti que antes de salir de nuevo a la calle se pone la mascarilla, mientras Rafael le ofrece un bote de gel hidroalcohólico en un guiño cómplice de irremediable melancolía y eterna amistad.
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Juan Verdú (Guadalajara, 1948) es probablemente el mayor activista del flamenco en las tres últimas décadas en nuestro país. Motor incansable de la cultura y el arte. El alcarreño dirigió y encumbró festivales tan importantes como Suma Flamenca entre otros. Trabajó en radio, televisión, programación de giras etc. Siendo gracias a su labor alguien querido y respetado por todos los artistas, en especial por su inseparable Enrique Morente. Juan Verdú es una fuente viva de conocimiento y amor por el sentido de la belleza.
Aitor Contreras (Madrid, 1980), poeta y escritor. Autor de los poemarios A vivir se va Viviendo (Ed. Maluma 2017) y Autopsia de un Suspiro (Ed. Maluma 2020). Productor de su propio espectáculo “De Palo Santo y Marfil”, también destaca como colaborador en diarios y revistas. Es un poeta de hoy con el peso de ayer. Tanto es, que artistas de la talla de Estrella Morente (prologuista de su último libro) o Miguel Poveda han elegido sus versos para cantarlos. También este nuevo clásico llama con fuerza a las puertas de la prosa...