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EL DR. SCHWEITZER Y LA MÚSICA

Joaquim Zueras Navarro
Crítico musical



(Nº 29, Verano, 2015)


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A VUELAPLUMA


Palabras clave: Albert Schweitzer, música, Bach, piano

En el pueblo de Kaysersberg, en Alsacia, territorio francés anexionado a Alemania como resultado de la guerra franco prusiana, en 1870/71, y devuelto a Francia en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, nació el 14 de enero de 1875 el doctor y misionero Albert Schweitzer. Parece que a los pocos meses se trasladaron a Günsbach. El padre de Schweitzer era pastor evangélico, pero como en el pueblo sólo había una iglesia, era compartida por turnos y con respeto mutuo tanto por evangélicos como por católicos. Aunque Albert era pues hijo del pastor protestante, sentía atracción por el ambiente de oración y recogimiento de la liturgia católica.

        A los siete años ya mostraba ciertas aptitudes para la música, pero fue a los catorce cuando empezó a recibir clases de piano y luego de órgano con el profesor Eugène Münch, que le introdujo primero en la música de Beethoven y luego en la de Bach. En 1893, siempre interesado por la búsqueda de un ideal cristiano que no le abandonaría jamás, ingresó en la universidad de Estrasburgo para estudiar Filosofía y Teología. Fue también en 1893 cuando, después de una audición, el compositor y organista Charles-Marie Widor lo aceptó como alumno, completando sus estudios de música en el Conservatorio de París y, más tarde, prosiguió los de Filosofía y Teología en la Sorbona. Escribirá en sus memorias “Widor me ayudó a pulir la técnica y a buscar siempre la perfección en la interpretación”. Widor, pese a su apariencia un tanto distante y severa, fue siempre cordial con sus alumnos, y con Albert en concreto, comprensivo y afectuoso, ya que no sólo no le cobraba las clases particulares, sino que cuando intuía que iba mal alimentado le invitaba a un buen restaurante; también disculpaba su aspecto adormilado, pues sabía que aprovechaba la noche para redactar su tesis de doctorado en Filosofía. La amistad entre ambos se fue ensanchando bajo el común denominador de la Música. Schweitzer acabó admirando los Cavaillé-Coll, particularmente el de Saint Sulpice en donde Widor era titular, mientras que encontraba algo ruidosos y secos los nuevos órganos alemanes. Sabemos por otra parte que Widor consideraba que los órganos Cavaillé eran algo así como una orquesta metida en una cónsola -un órgano sinfónico- y, para horror de los historicistas, pensaba que Bach era un genio, condenado a ejecutar sus obras en órganos limitados, a causa de la época en la que vivió, por lo que no tuvo empacho en publicar revisiones para órgano del músico alemán en las que añadía pedales, octavas, rellenaba acordes, etc. Se dice que Schweitzer,   que adoraba la música de Bach por su carácter “sobrenatural”, dio a conocer a Widor unos corales de Bach y más tarde redactó un ensayo sobre el compositor alemán para los alumnos de Widor en París, que derivó en el libro “Jean Sébastien Bach, le musicién poète, París 1905” además de un estudio sobre la construcción de órganos, editado en 1909. En 1908 Widor publicó la partitura de su  “Sinfonía Sacra para órgano y orquesta op.81” influenciado por Schweitzer, quien escribió: “La Sinfonía Sacra está fundamentada sobre el coral de adviento “Nun knomm  der Heiden Heiland”, que proviene del viejo himno “Veni Redemptor gentium.”; una obra de envergadura, ciertamente conmovedora. Teniendo en cuenta que desde 1899 Schweitzer fue nombrado vicario de la iglesia protestante de Saint Nicolás en Estrasburgo, uno se asombra de la gran capacidad de trabajo de nuestro personaje, tal parece que incluso tuviera el don de la ubicuidad.

        Cierto día llegó hasta él la revista de la Sociedad Misionera de París, uno de cuyos artículos hacía referencia a la necesidad de voluntarios para atender a los enfermos de África Ecuatorial Francesa (hoy Gabón). Cuantos le conocían desaprobaron su decisión, haciéndole notar que no era médico y que bien podía servir a la población africana como misionero, puesto que tenía la preparación adecuada para ello. Desoyó estos consejos y, con una tenacidad a toda prueba, ingresó en la universidad de Estrasburgo con el firme propósito de estudiar Medicina, a pesar de que sus preferencias se encontraban en la Música, la Predicación y la Literatura. En diciembre de 1911, Schweitzer presentó su examen final y al año siguiente partió a París con el fin de graduarse en un curso de especialización sobre enfermedades tropicales, considerando que le sería de gran utilidad para el trabajo que esperaba desarrollar en África. Antes de partir aún tuvo tiempo de preparar la primera parte de una edición crítica y práctica de las obras para órgano de Bach. En 1913 llegó con su esposa a Lambaréné y el resto de su vida fue una entrega constante a los demás, luchando contra toda clase de privaciones. La sociedad Bach de París le regaló un piano con pedales y en sus breves momentos de descanso repasaba las obras de sus compositores preferidos: Bach, Mendelssohn, Widor, Franck y Reger. Justo es también recordar que escribía y publicaba sobre temas que ponían en evidencia la falta de solidaridad entre los hombres; una espiritualidad basada en los mensajes de Jesús.  Las pocas veces que se ausentó de África aprovechó la ocasión para dar conciertos y recaudar dinero para su hospital. En 1952 recibió el Premio Nobel de la Paz. Murió en 1965.

 


Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Verano de 2015
Artículo que vió la luz en la edición nº 29 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505



 

 

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