Palabras clave: marqués de Benavent, Boccherini, guitarra, cuartetos para guitarra.
Francisco de Borja de Riquer y de Ros, marqués de Benavent (también algunos escriben Benavente, pero no debemos confundirle con los condes de Benavente-Osuna), nació en Barcelona en 1768. A los siete años, mimado y consentido, sus padres contratan a un tutor para que se haga cargo de su educación, y a los quince inicia clases de guitarra, junto con otras de baile, bandurria y francés hablado y escrito. Desde 1785 vive y estudia en Perpiñán, en casa de su abuelo materno. En el vedado del capitán general del Rosellón practica la caza, que es otra de sus grandes aficiones. En la correspondencia entre su padre y su abuelo se deja ver que el carácter difícil de Francisco de Borja, junto con su tendencia a la mentira y a complicarlo todo, es motivo de no poca preocupación. Regresa a Barcelona en 1790, llevando una vida despreocupada, dedicado a la caza, a la música y a la asistencia asidua al teatro.
En 1794 fallece su padre, del que hereda un notable patrimonio. Quizás éste fuera el motivo de las continuas discursiones con su madre que, harta, abandonaría su casa para vivir en otro piso de la Ciudad Condal. En poco tiempo venderá algunas propiedades para instalarse en Madrid un año después, buscando satisfacer su afán de notoriedad. Allí se casa en 1797 con una híja de los condes de Casa Dávalos y tendrán siete hijos. El matrimonio gastará enormes sumas de dinero, buscando siempre figurar y distinguirse a través del lujo y de la ostentación, abriendo sus salones a la nobleza de Madrid sin reparar en gastos muy por encima de sus posibilidades.
La España de entonces era la de Carlos IV, María Luisa de Parma y su favorito Godoy, una mezcla de ineptitud, estulticia y desenfreno que había llevado a la Hacienda Real a la bancarrota. En otro lugar ya comenté que Boccherini (1743-1805), contra lo que se ha venido diciendo, no fue nunca pobre: Muerto el infante don Luis en 1785 se le concedió una pensión vitalicia de la Capilla Real, compuso para el rey Federico Guillermo II hasta su muerte en 1797, recibió una asignación de la casa Benavente-Osuna hasta que en 1798 fue nombrado embajador en Viena, obtenía beneficios por la publicación de sus partituras, etc. Pero no es menos cierto que el país padecía graves problemas por la inflación, las disputas con los franceses y la insalubridad.
Fue en 1796 que el marqués de Benavent entró en relación amistosa y profesional con el compositor, al que le pidió que conpusiera o arreglara obras en las que interviniera la guitarra, para su lucimiento. De todo ello hoy nos ha quedado poco más que sus ocho quintetos con guitarra. Siempre me ha sorprendido que el prolífico Boccherini no compusiera una nota en aquellos encargos, antes bien, se limitara a transcribir movimientos de sus otros quintetos. Tales obras han alcanzado popularidad, si bien no las considero mejores que cualquier quinteto anterior. Pienso que la guitarra, con sus acordes en rasgueo en los movimientos rápidos, disminuye mucho esa ligereza grácil tan característica en la música de Boccherini.
Por lo demás, toda esa literatura que acompaña a estas composiciones, creyendo ver descripciones de ambientes, cuando la música de Boccherini es fundamentalmente abstracta, me pregunto si no se debe más al fruto de la fantasía que a un propósito por parte del autor. En cualquier caso, la guitarra adquirió relevancia como instrumento protagonista en las formas musicales centroeuropeas en ebullición. Boccherini fue retribuido con largueza, mientras que los familiares del marqués de Benavent, incluida su madre, empezaron a pleitear contra él por no pasarles las rentas acordadas. En 1800, Lucien Bonaparte, hermano de Napoleón, fue nombrado embajador de Francia en España y Boccherini fue el director artístico de sus veladas. Es curioso que ambos Bonaparte detestaran la música.
En 1800 Boccherini tiene 47 años y en sus cartas menciona sus achaques, probablemente derivados de la tuberculosis. Los índices de mortandad en Madrid aumentan considerablemente. En 1802 mueren sus dos hijas, en 1804 muere otra, a principios de 1805 muere su segunda esposa y en mayo fallece el compositor. Pese a tanto sufrimiento, Boccherini siguió dedicado a su trabajo durante este último quinquenio y ningún sentimiento de tristeza se desprende de sus últimas composiciones.
En 1805 el marqués de Benavent escribe a su apoderado en Barcelona, confesándole que está arruinado, sin amigos y lleno de deudas. En 1809, durante la Guerra de la Independencia, José I otorgó cargos a nobles españoles y Benavent fue nombrado montero mayor, con lo que volvió a recuperar parte de las comodidades a las que había tenido que renunciar. Pero en 1813, José I, su corte y los llamados “afrancesados” entre los cuales está el marqués y un hijo suyo que también había prestado servicios a la corona, abandonan Madrid para cruzar la frontera con Francia. Su mujer y sus otros seis hijos permanecerán en la capital. Se instalan en Burdeos pero su hijo regresa a España en 1816 aprovechando una amnistía, mientras que el marqués subsiste dando clases de guitarra. Pleitea de manera reiterada y sin éxito contra su familia para coseguir recuperar lo que queda del patrimonio.
En 1844, con 76 años, sufre una caída de la que se deriva una parálisis progresiva que le impide seguir dando clases y le merma sus movimientos, manteniéndose con algunas limosnas. Tanto él como algunos conocidos escriben a su familia pidiendo ayuda, pero ésta abriga un gran resentimiento contra el marqués, como podemos leer en una carta de su hija Carmela Riquer: “Ninguna culpa tengo yo ni mis hermanos en los desastres ocasionados por el abandono con que mi desgraciado padre ha mirado a todos sus desgraciados hijos por espacio de más de treinta años. No puede menos de afligirme en el alma la situación en que ahora se encuentra, y mucho más el que V. se propase sin estar al corriente de la verdad de los hechos, culpándonos sin atender a que él mismo es el autor de cuantos males le rodean y la causa del sufrimiento de su numerosa familia”. Así pues, tanto las súplicas de amigos como las de un sacerdote compasivo cayeron en saco roto. Murió en 1849.
Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Enero de 2015
Artículo que vió la luz en la edición nº 28 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505
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