Juan Carlos Fernández, Rasgueando, Ayuntamiento de Almogía, Málaga, 2022
 La enseñanza reglada de la Guitarra Flamenca y de la Flamencología en conservatorios superiores a través de TFG, completada con la universitaria a través de TFM realizados para terminar másteres, está generando desde hace unos años una interesante producción intelectual sobre flamenco. El libro-disco que vamos a reseñar constituye buena prueba de ello.
Natural del pueblo malagueño Almogía, como señala Ramón Soler Díaz en el prólogo, Juan Carlos Fernández Leiva se inicia a la guitarra flamenca desde clásicos espacios del campo cultural del flamenco: la barbería de su pueblo, el acompañamiento en festivales, peñas flamencas, reuniones de la afición, compaginando estas actividades con el negocio de telas, otro espacio laboral habitual de los flamencos. Sus inquietudes le llevarán a los estudios reglados de guitarra flamenca, en el Conservatorio Manuel Carrá de Málaga, luego en el Conservatorio Superior “Rafael Orozco” de Córdoba, luego a realizar el Máster interuniversitario andaluz “Análisis e Investigación del Flamenco”. Con todo este bagaje de conocimientos y experiencias extra-oficiales y oficiales, plasma ahora en un libro su experiencia emic, y en un disco su propuesta como guitarrista-compositor.
El libro
Titulado Rasgueando, anunciando en la introducción como títulos “la palabra, elemento complementario a la obra musical” y “el flamenco, una cultura oral, pero descriptible musicalmente”, justifica el motivo de la redacción: “Es necesario que los guitarristas flamencos expresemos y definamos nuestra cultura, saber justificarla desde parámetros propios de la música”. A partir de allí, estructura su presentación y reflexión emic con cuatro bloques temáticos. El primero, lo dedica a exponer diferentes aspectos sobre la guitarra flamenca que tratan sobre su armonía, melodía, ritmo y técnica. El segundo, versa sobre la composición musical flamenca y la dialéctica entre clasicismo y evolución. En el tercer bloque pasa a describir musical y detalladamente el contenido de cada toque de su disco, para ofrecer en el cuarto la transcripción de dos de ellos, la soleá “Siempre perdurará”, que dedica a Paco de Lucía, y la guajira “Café negro migao”, que dedica a su amigo y maestro Miguel Cabrera. El libro, en su conjunto, viene a ser pues la descripción musical y reflexión previas sobre lo que Juan Carlos Fernández entiende como guitarra flamenca, seguido de una guía de escucha detallada de su disco, a modo de muestra práctica de la parte teórica anterior. Lo completa con dos transcripciones como botón de muestra de este paso de la cultura oral a la descripción musical. Un material emic muy interesante, por consiguiente, que confirma que los guitarristas flamencos ya están adquiriendo y asimilando las herramientas de escritura para describir su propia percepción y producción musicales.
El disco
Aunque se podría esperar como muestra de su discurso cierto afán pedagógico, se trata en realidad de un disco de guitarra flamenca en la línea de las producciones creativas y artísticas contemporáneas. Diez toques, a solo y arropados con voz, coros y percusiones, que expresan el “sentir” flamenco de Juan Carlos Fernández Leiva, su propia experiencia vital en el flamenco, con la guitarra en mano: tangos, soleá, alegrías, taranta, bulería malagueña y abandolao, rumba, guajira, bulería y canción de amor.
Sin entrar en la descripción de cada uno de ellos (el tercer bloque la desarrolla ampliamente), haciendo una valoración global desde nuestras audiciones y percepción, diremos que se trata de un disco muy agradable de escuchar en su conjunto, con una propuesta tanto musical como técnica que hace muy asequible e inteligible el discurso actual de la guitarra flamenca contemporánea. En este sentido se perciben claramente sus fuentes de referencia, Tomatito, Moraíto Chico, Paco de Lucía, Vicente Amigo, Manolo Sanlúcar, Rafael Riqueni, entre otros, tanto en la estructuración de las falsetas, como en los arreglos instrumentales donde intervienen tímbricas complementarias ya clásicas de la guitarra flamenca, como las del violín de Emilio Martín, las de la flauta (con dos acercamientos diferentes, el de Jorge Pardo e improvisación cercana al jazz, el de Sherezade Jurado, al unísono con las melodías de la guitarra, más “rociera” por consiguiente, al estilo de Manolo Sanlúcar), la esporádica y “romántica” presencia de un violonchelo en la forma libre ya referida como “canción de amor” en el repertorio de guitarra flamenca contemporánea, las de una voz aguda en la estética camaronera y coros en estribillos, rítmica de palmas, percusiones y esporádica colaboración del baile y su zapateado, la del bajo eléctrico en los estilos rítmicos binarios, Un disco agradable de escuchar, transparente y tarareable, al estar construido y dar prioridad sobre todo a la melodía como parámetro vector. Juan Carlos Fernández lo deja claro en la parte teórica al iniciar su primer bloque, cuando reflexionando sobre “La importancia melódica. A cuerda pelá”, escribe que “Entiendo que de forma puntual se utilicen recursos no melódicos como conceptos más significativos, incluso para impresionar, sorprender, pero creo que estos han de ser de forma esporádica, no convertir esto en una idea compositiva principal de una obra flamenca”. Su disco en su conjunto constituye una muestra palpable de este enunciado, al poner las diferentes técnicas de la guitarra flamenca, que domina perfectamente y expresa con “aire” y flamencura, al servicio de una guitarra, la suya, que canta por placer y con gusto, y no para impresionar. Un disco que confirma además, que los procesos compositivos y técnicos desplegados por la guitarra flamenca contemporánea en las dos últimas décadas del siglo XX, están ya perfectamente asimilados y puestos al servicio del flamenco de hoy, o sea que ya forman parte de lo clásico.
Escrito por Norberto Torres Cortés
Desde España
Fecha de publicación: verano de 2024
Artículo que vió la luz en la edición nº 47 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505
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