Harold en Italia (transcripción para viola y órgano); Improvisación al órgano en homenaje a Berlioz; Altissimo para viola solista. Kasten Dovers, viola; Loïc Mallié órgano. Sello Hortus Ref.144
Entre 1831 y 1832 Berlioz pasó quince meses en Roma. Una de sus distracciones era recorrer los pueblos de los Montes Abruzos. Esta actividad junto con la lectura de Childe Harold, de Lord Byron, suscitaron en él una serie de escenas musicales que cristalizarían en su segunda sinfonía, Harold en Italia. En esta obra la viola ocupa un papel relevante. En tal concepción parece que influyeron los consejos de Paganini, aunque las anécdotas del músico genovés debemos tomarlas con cautela a causa de su desbordada imaginación, a la que a menudo se añade una literatura romántica poco rigurosa con los datos históricos. La obra se divide en cuatro partes: Harold en las montañas-Scènes de mélancolie, de bonheur et de joie; Marcha de los peregrinos cantando la oración de la tarde; Serenata de un enamorado en los Abruzos; Orgía de bandidos y Souvenirs des scènes précédentes. Esta sinfonía en la que predomina la ensoñación y la delicadeza ha ido imponiéndose gradualmente en las salas de conciertos, pese al desconcierto de algunos melómanos por su compleja estructura y la originalidad de la paleta orquestal.
El incansable Liszt ya realizó en su día una transcripción para viola y piano de Harold en Italia, transcripción que han reelaborado Kasten Dobers y Loïc Mallié añadiendo más espacio a la viola y buscando el colorido tímbrico más adecuado en el órgano, además de completar el disco con una improvisación al órgano y una pieza para viola solista, Altissimo, ambas con temas de la sinfonía. El resultado es espectacular, a veces imponente y otras de un intimismo sobrecogedor. Kasten Dobers, que ya conocíamos por su grabación de los cuartetos de Andrés Isasi (Naxos), se nos muestra de nuevo como un virtuoso de la viola, resolviendo los pasajes más intrincados con sorprendente facilidad. En cuanto a Loïc Mallíé, alumno de Olivier Messiaen y titular del gran órgano de la Trinité en París, ejecuta su parte con una brillantez magistral en el órgano Jean Daldosso de la Iglesia de Saint-Vincent d´Urrugne (Pays Basque), que, entre otras cualidades, posee unos graves de una profundidad excepcional. La toma de sonido es óptima.
Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Invierno de 2018
Artículo que vió la luz en la edición nº 34 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505
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