Desde que The Beatles abrieran las puertas a la vanguardia, a la exquisitez y a la complejidad en la música popular, muchos grupos tomaron su obra como herencia para seguir incidiendo en la experimentación musical. Sin duda, es Pink Floyd quienes se situaron en ese espacio que dejaron The Beatles con su desaparición y quienes, con su estilo de rock sinfónico, lograron alcanzar cotas de un nivel musical difícilmente repetible en la historia de la música popular.
Se sabe de los encuentros que tuvieron ambas formaciones coincidiendo en lugar y tiempo en los estudios de Abbey Road de Londres en los que, mientras que una de las bandas estaba dando el carpetazo final a su carrera musical, Pink Floyd la estaba empezando. Allí, tuvieron ese contacto que fue esencial tanto para Roger Waters como para David Gilmour, quienes no han escondido la importancia que tuvieron The Beatles en sus creaciones. De hecho, Roger Waters nunca ha ocultado la inspiración que supuso el descubrimiento del disco de Sergeant Pepper (1967) para la composición de la obra maestra de Pink Floyd, The Dark Side of the Moon (1973).
Según sus propias palabras: “Aprendí un montón de la canción protesta cuando era adolescente, pero aprendí de John Lennon, Paul McCartney y George Harrison que era correcto componer sobre nuestras vidas, sobre lo que sentíamos, para poder expresarnos”.
En otra ocasión, fue el propio David Gilmour quien en una entrevista se expresó diciendo que “The Beatles son la mejor banda de la historia”.
Fue en 1971 cuando Pink Floyd entró en la historia de la música, en el momento en el que la banda rodó en el anfiteatro romano de Pompeya, completamente vacío, un épico concierto del que posteriormente se haría el reportaje dirigido por Adrian Maben. Cabe reseñar de este concierto la interpretación en vivo de Echoes, una de las obras más importantes de Pink Floyd.
Los seguidores de Pink Floyd han tenido que esperar hasta 2017, cuarentaicinco años más tarde, a que David Gilmour regrese al anfiteatro romano de Pompeya para repetir lo que ya hizo con Pink Floyd: un apoteósico concierto donde ha desgranado, con sumo detalle y excelente gusto, obras de su dilatada carrera como músico.
El concierto fue presentado en cines el 13 de septiembre de 2017 a nivel mundial en un único pase y, posteriormente, apareció en el mercado en dos formatos; el CD y el DVD.
Live at Pompeii, 2017, se trata de disco esencial para cualquier amante de Pink Floyd y, en general, de la música de calidad. Sin duda, la posibilidad de disfrutar del concierto en imágenes y poder recrearse con la maestría de David Gilmour a la voz y guitarra, así como con el delicado movimiento de sus manos, donde no ahorra ningún esfuerzo en mostrar lo que, a sus 71 años, tiene para ofrecer, es un acicate para decidirse por la versión del concierto en DVD.
El estilo de David Gilmour, es, si cabe, más depurado que cuando estuvo en Pompeya por primera vez, en el que resulta mucho más destacable no lo que toca sino cómo lo toca. Esa capacidad única que tiene de poder expresarse a través de su música y su guitarra, con una facilidad pasmosa, y sin necesidad de ningún artificio adicional, es digna de todo elogio.
Como no podía ser menos, Gilmour está acompañado de una banda excepcional que convierten al evento en un acontecimiento único, muy especial e irrepetible.
Al contrario que en 1971, que no hubo público asistente, solamente 2.700 espectadores tuvieron el privilegio, el placer y la enorme suerte de poder disfrutar del concierto en directo, el resto puede gozar de este momento mágico y único tanto en versión CD como en DVD.
Una obra muy recomendable para cualquier amante de la música, independientemente de cuales sean sus preferencias de estilo.