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JOYAS RECUPERADAS DE LA MÚSICA ESPAÑOLA

Joaquim Zueras
Crítico musical


(Nº 28, ENERO, 2015)


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DISCOGRAFÍA

 

Franz Schubert: Trios for piano, violin & violoncello. Frank Braley piano/ Renaud Capuçon violín/ Gautier Capuçon violoncello.Virgin Classics/ Emi. 2CD´s. Ref. 00946 365476 2 6.

La música de cámara de Franz Schubert (1797-1828) es de una belleza singular. Su Quinteto La trucha D.667 así como su Cuarteto Rosamunda D. 804 gozan de tal popularidad que de algún modo han eclipsado a otras composiciones de inagotable inspiración melódica. Entre ellas se encuentran los dos tríos compuestos en 1827, año marcado por la muerte de Beethoven, a quien Schubert profesaba una gran admiración, tanta que permanecía siempre vigilante para no absorver del maestro alemán alguna influencia. Durante estos últimos años parece que Schubert se entregó a una introspección que derivó en enfermiza: lamentó haber vivido gracias a la generosidad de numerosos amigos -entre los que destaca Franz von Schober- y no por sus propios medios, vio con amargura que no había sido capaz de establecer relaciones afectivas duraderas más allá de las amicales y padeció las consecuencias de una salud quebrantada de la que no se recuperaría. No obstante, la música de estos tríos no participa de la  atmósfera de desolación que se refleja en las canciones reunidas bajo el título  Schwanengesang D.957, en ellos utiliza un lenguaje romántico de corte clásico, con una clara estructura formal y un discurso poético repeleto de inventiva, cierto que no exento de claroscuros, y  sólido en el manejo de recursos.

            El Trío  en si bemol mayor op.99, D. 898 está formado por un radiante Allegro, al que sigue un Andante que para mí es uno de los movimientos más hermosos escritos en toda la música de cámara; un vals sereno al principio, que va tornandose apasionado mientras se desarrolla sobre él mismo, crece en amplitud y lirismo para luego replegarse con  evanescente nostalgia. Hay humor tanto en el jocoso y delicado Scherzo como en el Rondo final. Schubert pudo oir este trío durante una de las veladas llamadas “schubertiadas”, en las que una selección de ilustres amigos se reunía para hablar de música y literatura. Sabemos que no fue Schubert quien interpretó la parte de piano; la obra exige un virtuosismo que él no poseía. El Trío en mi bemol mayor op.100, D. 929 encierra aún más dificultad en su interpretación y también fue creado para  las “schubertiadas”, aunque fue dado a conocer en público el 26 de marzo de 1928 en la sala Amigos de la música de Viena.
            Tuvo un gran éxito, lo que constituiría una de las últimas alegrías del compositor, así como verlo publicado pese al magro beneficio obtenido. Más viril y dramático que el precedente, podríamos calificar el Allegro de sinfónico por el variado colorido temático, que va de la vehemencia a la tristeza e inquietud. El Andante es dulce y melancólico, con un punzante tema interrogativo en el centro, al que se contrapone un Scherzo en forma de canon; despreocupado al principio, contrasta con un segundo motivo más abrupto. El Allegro final contiene una animada danza en 6/8 brillante y resuelta, con algún episodio intimista levemente sombrío.  Como complemento a estos excelentes tríos, podemos escuchar dos obras de igual formación instrumental: Sonatensatz D.28, obra de juventud compuesta durante el verano de 1812, semanas después del fallecimiento de su madre. Su inicio sorprende por su carácter conclusivo, como si asistiéramos a un concierto cuando éste está a punto de finalizar, a partir de lo cual  la obra se nos muestra más franca y desenfadada, con un espíritu cercano a Haydn.
            El Nocturno en si bemol mayor D. 897 es contemporáneo de los dos tríos; un adagio discursivo que en su desarrollo ascendente esboza frases de una insistencia casi épica, para luego desvanecerse tiernamente.
            Para esta grabación no se ha escogido a un trío ya establecido, sino a tres magníficos solistas con una amplia trayectoria pese a su juventud: Frank Braley piano, Renaud Capuçon violín y Gautier Capuçon violoncello. Es evidente que conocen a fondo los resortes de la música de Schubert, que exponen con claridad, con una dinámica cuidada pero sin aquellas exageraciones que a veces crispan el discurso schubertiano rondando lo grotesco. La toma de sonido es óptima.  


Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Enero de 2015
Artículo que vió la luz en la edición nº 28 de Sinfonía Virtual
ISSN 1886-9505
www.sinfoniavirtual.com



 

 

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