W. A. Mozart: Clarinet Concerto in A major, K. 622 / L. Spohr: Clarinet Concerto nº.2 in E-flat major, op. 57. Jon Manasse, clarinet; Seattle Symphony; Gerard Schwarz, dir. Harmonia mundi HMU 907156
W. A. Mozart (1756-1791) compuso el Concierto para clarinete K. 622 dos meses antes de su muerte para el clarinetista Anton Stadler, que admiraba por sus altas cualidades técnicas e interpretativas. La parte orquestal supera ampliamente el papel de mero acompañamiento del solista, creando una mayor ligereza en las partes del tutti y uniendo en un íntimo diálogo al solista con el violín principal. Este concierto suele estar dentro de las preferencias de cualquier melómano y escribir sobre él, por más mozartiano que uno sea, supone siempre quedarse corto por lo que tiene de excelso. Intimismo, delicadeza, gracia, ternura y un discurso generoso y bien contrastado.
Podemos situar a Louis Spohr (1784-1859) en la primera mitad del movimiento romántico alemán. Nacido en Brunswick, desde niño fue considerado un virtuoso del violín. Durante gran parte de su vida recorrió Europa dando conciertos, con los que alcanzó merecida fama. En 1822 fue nombrado director general de la Capilla Electoral, cargo ambicionado por muchos músicos. Su obra es voluminosa: óperas, nueve sinfonías, oratorios, cuartetos para cuerda, conciertos para violín y para clarinete, etc. Fue amigo de Beethoven y no es raro detectar en sus obras la influencia de éste, aunque también la de Mozart. Spohr se interesó por el clarinete tras su encuentro, en 1808, con el virtuoso Johann Simon Hermstedt, quien admiraba la música de Mozart. Para Hermstedt compuso cuatro conciertos, el segundo de los cuales es el Concierto para clarinete op. 57, de 1810. A un Allegro de notable fuerza orquestal le sigue un adagio lírico y contemplativo, que desemboca en una polonesa rítmica y grácil, en contraste con la majestuosidad de los timbales y las intervenciones solemnes de la orquesta.
Jon Manasse actúa como solista en estos dos conciertos. Los críticos de The New York Times y de Diapason, entre otros, han elogiado sus interpretaciones de manera efusiva. Es un clarinetista versátil, que ha grabado obras de Weber, Nielsen, Copland, Gershwin... adaptándose con comodidad a la expresión requerida en cada caso. Aquí se muestra sereno y elegante, con un sonido redondo, claro y matizado. En este tipo de conciertos a veces se relega a la orquesta a un plano excesivamente alejado, para subrayar el canto del solista. No es el caso de la Seattle Symphony, cuyo director, Gerard Schwarz, consigue que los acompañantes adopten también un papel destacado en el discurso sin entorpecer el del clarinete, obteniendo un atractivo y refinado equilibrio del conjunto.
Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: enero de 2014
Artículo que vió la luz en la edición nº 26 de Sinfonía Virtual
ISSN 1886-9505
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