A lo largo de la historia de la música el violonchelo ha experimentado una doble evolución. Como componente de una formación instrumental pasó de ocuparse del bajo a tener un papel solista, como podemos ver en los conciertos de Boccherini, e incluso un destacado rol virtuosístico, como aquellos otros de Dvorák y Elgar, por ejemplo. Al mismo tiempo, la divulgación de las suites de Bach por parte de Pau Casals hizo que algunos compositores se adentraran en la escritura para el violonchelo sin acompañamiento; un repertorio menos conocido pero repleto de posibilidades y hallazgos. El programa que con tanta inspiración y solvencia ejecuta el violonchelista francés Romain Garioud para este CD, “Catalan Cello Works” (1CM0293), incluye una interesante muestra de tres compositores de dos generaciones distintas en Cataluña. Una de las primeras actividades de Ricard Lamote de Grignon (1899-1962) fue como violonchelista de la Orquesta del Teatre del Liceu en 1919 y de la Sinfónica de Barcelona, creada por su padre Joan Lamote y que existió entre 1920 y 1924. En 1936 compuso la Suite en do para violonchelo solo con una estructura formal y sonora que rememora el modelo de Bach. Menos conocidas son las obras de Rogel·li Huguet i Tagell (1882-1956). Fruto de su creatividad destinada al chelo solo son la Suite espagnole (1938) y Hallucinations, empleando un andalucismo lleno de hondura y de desgarradora emotividad. Jordi Cervelló (1935) es un violinista al que un accidente en Roma hizo que se dedicara a la composición. La Sonata a la memòria de Pau Casals, de 1977, con un notable fondo bachiano es un testimonio de su admiración por el Maestro del Vendrell. En 1994 incidirá en el recuerdo a Pau Casals con la obra Homenatge
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“Widmung” (1CM0309) es el título de este CD dedicado al lied y el primero de una serie de ocho de Robert Schumann, tres de Franz Schubert, siete de Antonín Dvorák, uno de Edwar Grieg y uno de Carl Leopold Sjöberg. En suma, un recorrido por el romanticismo liederístico de carácter íntimo y personal, buscando persuadir más con el susurro envolvente que con la vehemencia. Para ello se ha contado con la voz de la soprano Marta García Cadena, amplia en recursos y matices, bien ensamblada y compenetrada con el pianista Jordi Humet Alsius, al que le adornan las mismas cualidades. En Der Hirt auf dem Felsen, de Schubert, interviene el convincente clarinetista Jordi Cornudella. Aunque todas estas canciones son muy gratas, me han sorprendido vivamente por su elaboración y profundidad las de Dvorák, que confieso no conocía hasta ahora. Todo un descubrimiento.
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El tercer compacto de la colección “Música Virtuosa III” (1CM0312) reúne de nuevo a dos reputados solistas: el clarinetista Josep Fuster y la pianista Isabel Hernández. El programa está compuesto por dos compositores del s. XIX y siete del XX. Sobre Ernest Chausson (1855-1899) hace poco un musicólogo me comentaba: “Desgraciado accidente de velocípedo, que privó al mundo de uno de los compositores más prometedores de su generación. Me resulta enigmático el relativo descuido en que tiene el repertorio habitual la obra de Chausson, no muy abundante pero valiosísima”. En el Andante y allegro para clarinete y piano, pese a la vehemencia del segundo movimiento, encontramos esa melancolía y amplitud melódica que parecen surgir de la rememoración de un sueño, tan características del compositor francés. La Primera Rapsodia para clarinete y piano, de Claude Debussy (1862-1918) empezó siendo un encargo de 1909 del Conservatorio de París para un concurso y terminó siendo una de las más importantes obras del repertorio clarinetístico, en gran parte por sus retos: registros extremos, difíciles cadencias en medio del discurso y contrastes expresivos. El primero de los compositores del s. XX es Robert Muczynski (1929-2010). Time Pieces consta de cuatro movimientos de regusto bartokiano y pasajes cercanos al blues. Josep Pascual (1964) compuso Díptic Venecià como homenaje a Venecia y Murano, dos ciudades vinculadas a B. Galuppi. Es una obra relajada, delicada y optimista, que cautiva por su belleza formal. Marcel Olm (1937) muestra en Kaleidoskop un lenguaje ecléctico en el que el que el intimismo es su principal protagonista. En la Rapsodia, de Pablo Moras (1983), coexiste la nostalgia con una evocación romántica más desenvuelta. Tierna y apacible resulta Añoranza, de J. B. Mesenguer (1959). Más complejas son la sombría Balada del amanecer, de Zulema de la Cruz (1958), y la desenfadada C´etait magnifique, de Jesús Rodriguez Picó (1953), que en algunos momentos parafrasea la canción francesa que popularizó Maurice Chevalier. Los críticos coinciden en que la interpretación de este dúo es impecable, pero la belleza del sonido y la elegancia del fraseo adquieren protagonismo sobre el aspecto técnico y virtuoso.
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Con motivo del cincuenta aniversario del fallecimiento del compositor Eduard Toldrà (1895-1962), el sello Columna, con la colaboración de la Generalitat de Catalunya y el Institut de Cultura de l´Ajuntament de Barcelona, ha publicado su Integral de l´obra per a cobla (1CM0280). Violinista, director de orquesta y compositor catalán, estudió en la Escuela Municipal de Música de Barcelona con los profesores Lluís Millet, Antoni Nicolau y Rafael Gálvez, entre otros. En esta institución llegó a ser profesor de violín y catedrático de dirección orquestal. En 1912 fundó el cuarteto de cuerda Renaixement, formación camarística que tuvo una existencia de diez años, alcanzando un gran nivel artístico. Como director, inició su actividad en 1924 con la Orquestra d'Estudis Simfònics y actuó también ocasionalmente al frente de la Orquestra Pau Casals. Al fundarse la Orquesta Municipal de Barcelona en 1944 se le confió su dirección, que desempeñó con brillantez hasta su muerte. Dirigió más de 750 conciertos, incluyendo en la programación bastante más de un centenar de estrenos. Como compositor hizo uso de una frescura melódica inusual y un talento único en la armonización y en la instrumentación que no pasaron desapercibidos. El corpus de esta integral para cobla lo forman un total de treinta y cuatro sardanas, tres variantes (revesses) y dos obras de carácter libre, La maledicció del comte Arnau, para tres coblas y timbala y Les danses de Vilanova, glosa para cobla del ballet popular. El formato sardana, lejos de obligar al maestro a ceñirse a un encorsetamiento rítmico, se convierte en un medio de expresión muy suelto, cómodamente modelado por su inspiración y aptitudes. Espléndida la prestigiosa Cobla Sant Jordi bajo la batuta de Salvador Mas, así como el sonido y los comentarios de la carpetilla a cargo de Rut Martínez Ribot.
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El disco 12 sonates catalanes (1CM0298) agrupa cuatro de Narcís Casanoves (1747-1799), cuatro de Benet Brell (1786-1850) y cuatro de Josep Gallés (1758-1836)). Son obras compuestas en la segunda mitad del siglo XVIII, de un solo movimiento, de clara influencia italianizante y que toman su punto de referencia en las sonatas de D. Scarlatti. Son ambiguas, tanto en su destinación pedagógica como al ámbito del concierto, así como su escritura, que padece destinarlas al clave pero también al piano. Aquí están interpretadas por Eduard Fontbona al piano, expuestas de manera grácil y elegante, alejadas de cualquier expresión romántica, lo que hubiera sido un desatino.
Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: julio de 2013
Artículo que vió la luz en la revista nº 25 de Sinfonía Virtual
ISSN 1886-9505
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