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Los dos cuartetos de Guridi

Joaquim Zueras Navarro
joaquimzueras@hotmail.com
Crítico musical


(Nº 25, JULIO, 2013)


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DISCOGRAFÍA

Jesús Guridi: String Quartets (Complete). Breton String Quartet. Naxos, Spanish Classics 8.573036


Dos son los momentos clave en la formación de Jesús Guridi: El primero es su ingreso en 1904 en la Schola Cantorum, institución fundada en 1894 por Alexandre Guilmant, Charles Bordes y Vicent d´Indy, con la finalidad de crear una música religiosa digna, cuyas fuentes serían el canto gregoriano y la polifonía palestriniana. Con el tiempo aquellos principios eclécticos, que recuerdan los de la escuela Niedermeyer,  fueron ampliándose e incorporando otras asignaturas. La escuela  gozó de creciente aceptación, tanto más que el Conservatorio había pasado por diversas crisis a causa de la mediocridad de algunos profesores. Cuando llegó Guridi, Vicent d´Indi (1851-1931) era su director. Buen pedagogo y gozando de cierta fama como compositor por obras como Jour d´été a la montagne y Symphonie sur un chant montagnard, le gustaba teorizar sobre estética musical, llegando a veces a conclusiones tan singulares como que “los oratorios de Haendel son fríos y, digamos la palabra, francamente fastidiosos”.  De la Schola Cantorum recibe Guridi una sólida formación, el concepto firme, el dominio técnico y el sentido de la forma. Continuará más tarde sus estudios residiendo durante dos años en Bruselas, cursando las especialidades de fuga, composición y órgano y en Colonia instrumentación.

        En 1907 regresa a Bilbao, ocupando la plaza de organista de la Basílica de Santiago y, pocos años más tarde, director de la Sociedad Coral. Acabada la guerra se traslada a Madrid  y en 1944 es nombrado catedrático  de órgano del Real Conservatorio Superior de Música y en 1956 pasa a ser el director del centro. Antonio Fernández–Cid escribe que “a Guridi lo aceptaron todos complacidos, por ser un hombre bueno, sin fisuras, impermeable a la envidia, ajeno a cualquier afán de medro y zancadilla, incapaz de partidismos aunque sí de bondades -¡qué generosidad la suya en los tribunales que presidía!-” y poseedor de una modestia ilimitada.

        Los compositores de la época de César Franck conocían bien los cuartetos de Beethoven y, por tanto, sabían que eran obras maestras. Había pues cierto pudor en abordar la composición de otros nuevos y, quienes se atrevían, solían hacerlo a una edad avanzada. Franck, tras releer los cuartetos de Beethoven, Schubert, Mendelsohn y Brahms, escribía  a Paul Pujaud el 24 de septiembre de 1889: “Quisiera ponerme a trabajar en un cuarteto. ¿Encontraré...?” Este implícito tabú se rompió por tanto a finales del XIX con los de Saint-Saëns, Debussy, etc. No es extraño que siendo Guridi compositor prolífico abordada este género en dos ocasiones.

        El Cuarteto en Sol, compuesto en 1933, lo dedicó a la agrupación belga Cuarteto Pro Arte, que dio a su estreno en la Sociedad Filarmónica de Bilbao el 15 de diciembre 1934. Un año y medio más tarde, se volvió a interpretar en Madrid por el Cuarteto AMIS, unas semanas antes de la sublevación militar que dio lugar a la Guerra Civil. La falta de una referencia a la modalidad mayor o menor en el título es apropiada, porque aunque hay momentos en los que uno u otro prevalecen, la impresión general es de un indefinido carácter modal. El movimiento inicial tiene forma de sonata, con dos temas cuyo tratamiento y desarrollo demuestran claramente la capacidad técnica de Guridi. El segundo, un scherzo, cuenta con una animada melodía de baile tradicional, en el trío central más lento y melancólico. El Adagio es de notable inspiración melódica: sereno y expresivo cuenta con episodios de gran belleza. El final Allegro es vibrante y rítmico, resuelto con ingenio y maestría.

        El Cuarteto n º 2 en La menor, de 1949, fue galardonado con el primer premio del Ministerio de la Música y la  Educación. Está dedicado a Juan Antonio Ruiz Casaux, violonchelista de la Asociación Nacional de Música de Cámara, que estrenó la obra en Madrid el 14 de mayo de 1950. También en este caso nos encontramos con la forma de sonata en el primer movimiento, con una gran cantidad de material temático que se desarrolla ampliamente mediante una amplia gama de procedimientos y contrastes. Su complejidad armónica viene enriquecida por medio de técnicas de contrapunto imitativo. El segundo movimiento posee una atmósfera religiosa que a veces parece imitar los melismas de la salmodia, dentro de un clima general de serenidad contemplativa y un marcado carácter modal. El scherzo de nuevo tiene el sabor de la danza popular, sin embargo, la escritura sigue siendo sofisticada en todas partes. El último movimiento se caracteriza por su fuerte impulso rítmico basado una sucesión de secciones yuxtapuestas unidas por el uso del mismo material temático diversamente transformado.

        Guridi con estas dos obras contibuyó sin duda a enaltecer el repertorio cuarterístico en España durante la primera mitad del XX. Ambos trabajos merecen plenamente formar  parte del repertorio internacional. Estos cuartetos invitan a una ejecución muy atractiva, ya que brindan muchos pasajes de acoplamiento a los ejecutantes, como es obvio escuchando al Cuarteto Bretón, una agrupación que se ha creado una reputación tocando música española desde su formación en 2003 con notable solidez inspiración y refinamiento. La toma de sonido es excelente.

 


Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: julio de 2013
Artículo que vió la luz en la revista nº 25 de Sinfonía Virtual
ISSN 1886-9505



 

 

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