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Novedades de La Mà de Guido: Josep Martí i Cristià, Maurice Ohana y Recital de guitarra de Ekaterina Zaytseva.

Joaquim Zueras
Crítico musical



(Nº 22, ENERO, 2012)


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DISCOGRAFÍA



No me cansaré de agradecer al sello La Mà de Guido -ahora distribuido por Diverdi- su faceta de dar a conocer compositores y obras prácticamente orillados. En este caso 28 piezas de Josep Martí i Cristià (1884-1918) reunidas en el disco bajo el título de Música para piano (Ref. LMG2102). Martí y Cristià tuvo como profesor a Enrique Granados y, como su maestro, tuvo como referentes principales a músicos románticos tales como Robert Schumann o Edvard Grieg. Pese a su prematura muerte a los 34 años, fue un compositor prolífico, que escribió más de doscientas obras de estilos y géneros diversos, además de un tratado de instrumentación y otro de armonía. Sobre su vida sabemos poco, aunque su personalidad poliédrica le llevara a practicar también la poesía, la pintura, la escultura y la natación, con buenos resultados. Un artista de talento, que fue tan aplaudido como olvidado tras su fallecimento.

        Varias de sus tempranas  composiciones  están agrupadas en el álbum Recordances de la joventud, en la línea de los Cuentos de la juventud de Granados. Son miniaturas sencillas pero inspiradas, con títulos tan sugerentes como Jugant, Arlequí, Concell maternal o Soldats de plom. En Siluetes podemos detectar que, sin abandonar el lenguaje romántico, recurre a una búsqueda hacia un estilo más personal, de mayor riqueza melódica y un desarrollo armónico más complejo. Algunas de las piezas reunidas en esta colección son descriptivas, como Passen els trens o El convent, mientras que el resto, como por ejemplo La tórtora enmalaltida, tienen el origen en la lectura de sus poemas. Esta búsqueda de estilo culmina con los Tres Preludis y Si vinguessis amb mi vora el mar, de más amplio discurso y con originales modulaciones, obras en las que poemos percibir ecos de la música de Fauré e incluso de Debussy.

        Constituyen ejemplos de su  aportación a la música nacionalista española En el patio, una delicada danza ternaria, y la jota Pamplona, que gozó de notable aceptación entre el público de la época. Esta tarea de recuperación de obras injustamente ignoradas se debe en parte al empeño de inverstigación del pianista Daniel Blanch, quien a su vez nos brinda en este disco una interpretación tan nídida como oportuna en plasmar el pensamiento de Josep Martí i Cristià con el rigor que se merece.

        Quien efectúe un recorrido por la historia de la literatura pianística, encontrará con más frecuencia de la que pudiera parecer en principio la forma musical de los estudios, a menudo no sólo como fin  pedagógico, sino  también como posición estética  del compositor. Algunos han gozado de merecida fama, como los de Chopin, Liszt o Debussy, que con su prestigio seguramente han eclipsado otros también relevantes; pienso ahora en los de Saint-Säens, Messiaen o los Études d´Interprétatión de Maurice Ohana (LMG4009). M. Ohana (1913-1992) nació en Casablanca y estudió piano en París con Lazare-Lévy,  en Roma con Alfredo Casella y en Barcelona con F. Marshall. De espíritu independiente, participó en la fundación del grupo Zodiaque, que se oponía a todo dogma musical, tanto a seguir la tradicón austro-germánica como hacían los postrománticos, como al serialismo y otras vanguardias.

        Cada estudio tiene su título, como Cadences libres, destinado a eliminar cualquier encorsetamiento mediante fluctuaciones y contrastes sorprendentes;  Main gauche seule, en claro homenaje a su admirado Ravel; Agrégats sonores, con el trasfondo de la saeta (su padre era gibraltareño); estudios de quintas, septimas, segundas y novenas... El pianista Carles Guinovart ha redactado el comentario de la carpetilla con notoria perspicacia. En ella podemos leer: “Si tratamos de la especificidad, dentro del estrecho marco en el que nos movemos, podemos constatar que cada estudio, siguiendo tal vez el modelo debussysta, plantea las más diversas cuestiones de la ejecución pianística y del pensamiento musical contemporáneo llegando, en la casi saturación de recursos vigentes, a una nueva poética del piano en el siglo XX. Poética tímbrica y de colores sonoros cuya sutileza artística en el imaginario sonoro debe ser el resultado último de la interpretación, tal como lo contemplamos en la extraordinaria versión de María Paz Santibañez”.

        Ekaterina Zaytseva nos ofrece un recital de guitarra en el disco titulado Íntimo (LMG2103), con obras de carácter recogido y envolvente. Las siete primeras pertenecen al barcelonés Miquel Llobet (1878-1938), alumno de Tárrega y virtuoso del instrumento. Cinco son armonizaciones del cancionero popular catalán, mientras que Romanza y Mazurca de Severina son totalmente originales.Sigue la pieza de aroma andalucista Hommage. Pour le tombeau de Debussy, la única obra para guitarra de Manuel de Falla (1876-1946), dedicada precisamente a M. Llobet. Del levantino  Vicente Asencio (1908-1979), alumno de Joaquín Turina y profesor del Conservatorio de Valencia, se interpretan aquí Preludi de la Suite valenciana y Serenor y La calma de Col·lectici Intim. Aunque el mejicano Manuel Ponce (1882-1948) dedicó gran parte de su vida al piano, la amistad que tuvo con Andrés Segovia fue el acicate que le movió a componer para guitarra. Su obra más divulgada es Estrellita.

        Un mes antes de morir, el paraguayo Agustín Barrios (1885-1944) vio a una anciana pidiendo caridad en El Salvador. La escena le inspiró Una limosnita por el amor de Dios, pero, tras fallecer, su editor prefirió llamarla El último trémolo, dado que en la composición se emplea un trémolo continuado a la manera de Recuerdos de la Alhambra de Tárrega. Leo Brouwer (1939) es bien conocido en Cuba, tanto por sus 20 Estudios simples para ampliar los requerimientos técnicos de la guitarra, como por sus composiciones de sabor popular. En este CD podemos escuchar Canción de cuna sobre un tema de Eliseo Grenet, Ojos brujos sobre un tema de Gonzalo Roig y la despojada y meditativa An Idea (Passacaglia for Eli). Cierra el disco una melancólica Milonga del compositor argentino Jorge Cardoso (1949).  Ekaterina Zaytseva posee un toque aterciopelado de refinada expresión y técnica diáfana.

 


Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Enero de 2012
Artículo que vió la luz en la revista nº 22 de Sinfonía Virtual.
ISSN 1886-9505



 

 

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