Habiendo recorrido estos últimos tiempos países nuevos, sitios diversos y lugares consagrados por la historia y la poesía; habiendo sentido que los aspectos variados de la Naturaleza y las escenas que allí se desarrollan no pasaban delante de mis ojos como imágenes vanas, sino que por el contrario llenaban mi alma de emociones profundas, y que se establecía entre ellas y yo una relación vaga pero inmediata, indefinida pero real, ensayé dar a través de la música algunas de mis sensaciones más fuertes y de mis más vivas percepciones
El comentario es de Franz Liszt con respecto de sus “Años de peregrinaje”, obra para piano que comenzó a componer en 1837-8 y que después de varias revisiones terminó de publicar en su forma definitiva entre 1855 y 1883.
El 2º año de peregrinaje es el que Liszt dedica a Italia y que contiene las siguientes piezas:
- Sposalizio (Boda)
- Il pensieroso (El pensador)
- Canzonetta del Salvator Rosa
- Sonetto 47 del Petrarca
- Sonetto 104 del Petrarca
- Sonetto 123 del Petrarca
- Après une lecture du Dante: Fantasia quasi sonata (Después de una lectura del Dante)
El 2º año tiene un suplemento que fue publicado después con el título de “Venezia e Napoli”.
Retomando el prólogo de Liszt, transcripto más arriba, podemos ver como de esas breves palabras emerge todo un ideario romántico: la exaltación de la Naturaleza como fuente de verdad, de lo genuino, de sabiduría, como motivadora de la expresión artística; las dualidades siempre presentes en el Romanticismo: “vaga pero inmediata”, “indefinida pero real”. También estas últimas frases nos remiten a un paisaje interno de ensoñación del artista, la realidad y las emociones se confunden en la obra literario-musical; no nos olvidemos que “Romanticismo” proviene de la palabra “roman”, novela. Al mismo tiempo el tema de los “sueños” y la “ensoñación”, asuntos tan queridos para el artista romántico, no solamente como fuente de inspiración sino de autoconocimiento, van preanunciando algo que latía en el “inconsciente” cultural de Occidente: las teorías de Freud y sus contemporáneos, los postulados en torno del aparato psíquico del ser humano, las enfermedades mentales y su tratamiento, la interpretación de los sueños... Comprendemos a Goethe (uno de los “creadores” del movimiento) cuando califica al Romanticismo como “poesía de hospital”.
De hecho, el artista romántico vive en un permanente conflicto, no hay posibilidades de solución para las antinomias: lo instintivo-lo racional, el yo-el mundo exterior, lo revolucionario-la tradición. En realidad, consciente de esta situación conflictiva tiende a regodearse en ella, a verla como fuente de inspiración. Arnold Hauser sostuvo lo siguiente:
Los románticos tenían la impresión de vivir en un caos, pero pensaban que cuanto más impenetrable fuera el caos, tanto más brillante sería la estrella que surgiría de él. De ahí el culto de todo lo misterioso y nocturno, de lo raro y lo grotesco, lo horrible y lo fantasmal, lo diabólico y macabro, lo patológico y lo perverso (1)
El ideario se completaba también con las consignas de naturaleza, patria, libertad, virtud, religión, amistad y fidelidad. Y por supuesto, el culto a lo puro y espontáneo del canto popular. No olvidemos que el Romanticismo es de origen germánico y la invasión napoleónica a esa región dará un impulso enorme a la lucha por forjar una conciencia de unidad nacional, de resistencia cultural e ideológica. Van surgiendo así las colecciones de la lírica folklórica alemana y el impulso de las figuras legendarias populares de la época medieval.
Nos dice la Dra. Pola Suárez Urtubey:
Para la filosofía del siglo XVII y parte del XVIII, la música ocupaba el último puesto en la jerarquía de las artes dada su incapacidad de “imitar la naturaleza” y por ende para “enriquecer la razón” (era una agradable diversión extraña a la razón). Durante el s. XVIII se asiste a una lenta transformación en ese sentido.”
La música sería el lenguaje más original de que ha dispuesto el hombre, porque justamente a causa de su no significación, de su indeterminación conceptual, puede llegar a expresar los rincones más secretos e inaccesibles de la realidad.”
De todo esto emana la nueva condición del artista, libre en su dignidad de creador, y alejado de la imagen del artesano que escribe música por encargo de un patrón. La música compromete al hombre en su totalidad. De ahí surge su indiscutible libertad para crear. (2)
Como elementos a destacar, también durante el Romanticismo se desarrolla enormemente la técnica de construcción de los instrumentos musicales – particularmente el piano y los instrumentos de viento- lo cual genera una evolución en las exigencias pedidas a los ejecutantes y marca un importante avance en las técnicas corporales e interpretativas que se irán poniendo en práctica.
Chopin marca, junto con Liszt, un punto de inflexión en la técnica pianística y su escritura.
Liszt nació en la ciudad húngara de Doborjan (actualmente situada en Austria) en octubre de 1811. Inició sus estudios musicales con su padre Adam y a los once años se trasladó con su familia a Viena para poder concurrir a las clases de dos figuras importantes de la época: Antonio Salieri en composición y Karl Czerny en piano. En 1823 lo encontramos en París estudiando con Ferdinand Paër, dándose a conocer como pianista y presentándose a la admisión en el Conservatorio de esa ciudad. Se lo rechaza argumentando que es extranjero.
Los conciertos que ofrecía el virtuoso violinista Niccolò Paganini en París a principios de 1831, despertaron en Liszt el deseo de conseguir con el piano una técnica similar a la que había conseguido Paganini con el violín.
En 1833 conoció a la condesa francesa Marie d'Agoult, escritora bajo el seudónimo de Daniel Stern, con quien estableció una relación que duró hasta 1844. De esa relación nacieron Blandine, Cosima y Daniel. Entre 1839 y 1847 realizó giras por Europa, desde Lisboa hasta Moscú y desde Dublín hasta Estambul, y consiguió una fama sin precedentes. En 1847 abandonó su carrera como virtuoso, y sólo en contadas ocasiones volvió a tocar en público.
Desde 1848 a 1861 fue director musical en la corte ducal de Weimar, donde interpretó obras compuestas por Berlioz, Wagner y otros compositores, así como las suyas propias. En 1861 abandonó Weimar para irse a vivir durante 10 años a Roma, donde estudió teología y recibió las órdenes menores. Después de 1871 vivió entre Roma, Weimar y Budapest, y continuó con sus labores de director, maestro, compositor y promotor de la música de Wagner. Murió en Bayreut, Alemania, el 31 de julio de 1886.
Sposalizio, el primer número de “Años de peregrinaje-Italia”, vió la luz en 1838 o 1839, y el manuscrito muestra que al menos dos series de correcciones precedieron a la publicación de la versión final. Liszt compone esta obra en homenaje a Rafael de Sanzio, el genial pintor italiano, que en 1604 pinta “La boda de la Virgen” que ilustra el comienzo de este artículo.
La escultura de Miguel Ángel “Il penseroso” puede ser apreciada en la tumba de Lorenzo de Médici, en la iglesia florentina de San Lorenzo.
La obra musical, que fue compuesta primariamente entre 1838 y 1839, aparece aquí en su versión inicial. Fue después revisada y ampliada en su estructura para formar la segunda de las Tres Odas Fúnebres, la titulada “La noche” (escrita en 1864 en memoria de su hija Blandine fallecida poco antes). En ambas versiones Liszt coloca la siguiente cuarteta de Miguel Ángel:
Grato mi è il sonno, e piú l'esser di sasso
Mentre che il danno e la vergogna dura,
Non veder, non sentir mi è gran ventura:
Però non mi destar, deh parla basso.
(Traducción: "Grato es para mí el sueño, y más el ser de piedra, mientras daño y vergüenza dure, ni ver ni sentir es para mi ventura: para no despertarme, hablen bajo").
Canzonetta del Salvator Rosa es una transcripción pianística de la canzonetta “Vado ben spesso” tradicionalmente atribuída al pintor, músico y actor siciliano Salvator Rosa (1615-1673) pero compuesta aparentemente por Giovanni Bononcini (1670-1747) un importante músico del Barroco italiano.
El texto aparece en la partitura sobre las notas de la melodía:
Vado ben spesso cangiando loco
Ma non so mai cangiar desio
Sempre l’istesso sarà il mio fuoco
E sarò sempre l’istesso anch’io
("Voy frecuentemente de lugar en lugar
pero no sé cambiar el objeto de mi deseo.
Mi fuego será siempre el mismo
Y seré siempre el mismo también yo")
Espero que puedan disfrutar de la audición de esta obra (hay muchísimas versiones disponibles). El próximo artículo continuará con el acercamiento a los Sonetos del Petrarca.
NOTAS:
(1) Hauser, Arnold, Historia Social de la Literatura y el Arte, t. II, Madrid, Guadarrama, 1962.
(2) Suárez Urtubey, Pola, Breve historia de la música, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1994
Escrito por María Laura del Pozzo
Desde España
Fecha de publicación: Julio de 2007
Artículo que vió la luz en la revista nº 4 de Sinfonía Virtual.
ISSN 1886-9505
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