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Sonidos Negros. Sobre la negritud del flameco
de K. Meira Goldberg

Guillermo Castro
Catedrático de Flamencología
Conservatorio Superior de Música de Córdoba



(Nº 44, verano, 2023)



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RESEÑAS

 

Sonidos Negros. Sobre la negritud del flameco. K. Meira Goldberg. Libargo editorial, 2022. 398 pp.


La nueva edición en castellano de la publicación Sonidos Negros. On the Blackness of Flamenco  de Meira Goldberg (2019) ha llegado a las librerías. Sin duda es un buen momento para retomar la lectura de este importante libro, que ya fue reseñado por nuestra revista en su tiempo.  


Uno de los aspectos más complejos y, clave, a la hora de editar un libro en una lengua que no es la original, es la traducción; que en este libro se torna más delicada debido al tema en cuestión: la “negritud” del flamenco. Pero no la negritud en relación a los elementos negro-africanos del flamenco, los cuales también están, sino los elementos “oscuros” o, más bien “impuros”, que están presentes en él, siendo este aspecto el sentido principal de la investigación de Meira. El profesor de la Universidad de Alicante Kiko Mora realiza una magnífica traducción, añadiendo un soberbio prólogo que pone en antecedentes al lector al respecto de la temática abordada en el libro, reflexionando sobre los aspectos fundamentales que son tratados en él, desde punto de vista sociológico, antropológico e histórico. Igualmente se pueden leer unas notas de traducción que ponen en un contexto actual determinados términos como “negro”, “moro” o “gitano”, y la forma en las que aborda la traducción al español determinadas locuciones del habla inglesa.

A su vez podemos disfrutar del prólogo original que incorporaba la edición en inglés y unos agradecimientos de la autora las personas que han colaborado en el proceso de investigación de Meira Goldberg desde sus inicios en 2007.

Y entramos ya en el libro. A través de la danza, la estadounidense Meira Goldberg traza un interesante relato histórico sobre los elementos impuros y oscuros del flamenco. Comienza la autora en la Edad Media, punto de partida de una limpieza de sangre basada en las guerras de religión, en la que la reconquista y la expulsión de los “moros” y judíos establecerá dos mundos antagónicos: la pureza, encarnada en los cristianos (lo blanco) y la impureza, presente en todo lo que no sea cristiano (lo negro). Así, pasando posteriormente por los esclavos negros y los indígenas americanos, hasta llegar al personaje del gitano, en etapa ya flamenca, en la que el gitano acogerá toda la negritud, toda la oscuridad, todo lo impuro, heredado a lo largo de los siglos, y se verá, de alguna forma, “purificado”,  “aceptado”, en la sociedad española.

Dividido en seis capítulos principales, y dos bloques generales, Meira comienza con la alegoría del “Pastor bobo”, ritual en el cual el ruidoso y estruendoso zapateo del protagonista sirve de redención a su impureza, dentro de la trama narrativa. Meira alude a los zapateos, ya descritos en los bailes de canarios en el siglo XVI y en los Villanos del siglo XVII, como seña de identidad de los bailes españoles, elementos dancísticos que tendrán continuidad posteriormente en otros bailes asociados con danzas llamadas “de negros” y de “cascabel”, hasta llegar al fandango y las nuevas variantes en época flamenca a mediados del XIX. Para Meira, la significancia del fandango como símbolo de libertad, influyó en la visión que se tenía sobre la España en el XIX. Con la pérdida de hegemonía de España, se marginalizó y exotizó hacia lo gitano, lo árabe, y en operación transitiva hacia lo Negro, tomando cuerpo en los gitanos.

Los diferentes métodos de baile españoles, italianos y franceses que desde el siglo XVI hacen referencia a las diversas formas de zapateado son escudriñados por la autora, trazando una certera línea de continuidad hasta la eclosión del flamenco, momento en el que la prensa se hace ya eco del carácter expresivo de los bailes: impuros, sucios y lascivos, y su condición social baja, no apta para gente noble. También estudia los diferentes libros de viaje que desde el siglo XVIII se publican en relación a España, sobre todo Andalucía, y sus costumbres. Una visión estereotipada en la que los bailes y las músicas populares eran siempre retratadas y donde hay información muy valiosa sobre la imagen que los extranjeros tienen sobre nuestro país.

Una de los partes a las que dedica la autora más páginas es a reivindicar el papel del mulato Meric, Jacinto Padilla, artista multidisciplinar que diríamos hoy, banderillero, artista circense, acróbata ecuestre, cantaor, tocaor y bailaor. Todo junto. Filmado por los Hermanos Lumiere en 1900 en París, en el entorno de la Exposición de la Feria, en lo que se puede considerar la primera filmación de un baile auténticamente flamenco (salvo que aparezca otra anterior), Meric es un artista olvidado en la historia del flamenco. Meira reflexiona sobre las causas que han podido motivar este olvido y pone en valor su figura, con el tango como estilo principal por sus movimientos de vacunao y torsiones.

Junto al negro Meric, Juana Vargas La Macarrona es otra de las figuras más referenciadas del libro. La Macarrona estuvo en el París de la Exposición Universal de 1889, donde debutó internacionalmente. La respuesta de la audiencia estuvo cargada de conceptos encontrados sobre lo que debería ser el baile flamenco, dice Meira. La Macarrona entró en el imaginario francés como una figura “profundamente sexualizada”, y tras ella florecieron en Francia durante al menos otra década personificaciones burlescas de su baile. Su tango fue tildado de “afro cubano”. Fueron los tangos de negros, o tangos americanos, asimilados luego como tangos gitanos. Según Meira, el escenario parisino fue un camino para la progresiva gitanización del flamenco. Los “bestiales” tangos descritos por la crítica incorporaban referencias cosmopolitas al can-can, la cachucha de Fanny Elssler, y lo que los críticos franceses llamaron “dehánchements” (retorcimientos, meneos, desequilibrios, balanceos) de la Macarrona, siglos de representación de la negritud en la danza española para la autora.

El último paso será la influencia de géneros como el cakewalk y el jazz, los cuales son para Meira Goldberg incorporados en el flamenco a través del género del tango y las variantes del garrotín y la farruca que surgen en la primera década del siglo XX por mediación de Faíco, entrando en lo que Meira llama “Modernidad”.
Hay más, mucho más. La figura del coreógrafo Leonide Massine. El Moulin Rouge. Emilia Pardo Bazán y sus crónicas de la Exposición Universal de 1898. El chuchumbé, las guarachas y tangos americanos… anímense a leer el libro, si antes no pudieron hacerlo en inglés.

Sin duda esta obra presenta un planteamiento original y novedoso, un libro que ningún autor español podría haber abordado sin tener una visión parcial, contaminada por los condicionamientos sociales o históricos asimilados en nuestra “sangre”.


 

Escrito por Guillermo Castro
Desde España
Fecha de publicación: invierno de 2023
Artículo que vió la luz en la edición nº 44 de Sinfonía Virtual
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ISSN 1886-9505


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