Título: Federico Moreno Torroba. A Musical Life in Three Acts
Autor: Walter Aaron Clark y William Craig Krause
Editorial: Oxford University Press
Idioma: Inglés
Año: 2013
Páginas: 356
En el año 2007, escribía en otro lugar lo siguiente:
En septiembre del 2006 leí en el Diario de Navarra que dos musicólogos estadounidenses visitaron la provincia recabando datos, con el fin de publicar una exhaustiva biografía sobre Moreno Torroba, persuadidos de que se trata de “uno de los compositores más grandes del siglo XX”. Han tenido que ser dos americanos quienes nos digan en voz alta lo que no pocos pensábamos al respecto. No me sorprendería que este interesante estudio, que se publicará en lengua inglesa, no se traduzca al castellano, dado el escaso interés que nuestro país dedica a sus compositores.
El proyecto, Federico Moreno Torroba, A Musical Life in Three Acts, cristalizó en el año 2013, de la mano del reputado guitarrista y musicólogo Walter Aaron Clark y de William Craig Krause, que había colaborado en la redacción del New Grove Dictionary of Music and Musicians y que ha dedicado años a investigar la obra del compositor. Finalmente he localizado el libro en Amazon y, aunque mi inglés no es muy fluido, decidí comprarlo por mi devoción hacia muchas composiciones de Torroba, porque el libro es ameno, con interesantes ilustraciones y ejemplos musicales, y porque se me nombra citando el párrafo que acabo de mostrar arriba.
Moreno Torroba (Madrid, 1891-1982) recibió de su padre -profesor del Conservatorio, compositor, organista y director de la orquesta del teatro Lara- una sólida formación musical. Una prueba de su dominio del piano es que en 1915 se estrenó en el teatro Lara El amor brujo de Falla, el padre como director de orquesta y el hijo como pianista. En el Conservatorio tuvo como profesor a Conrado del Campo (1878-1953), excelente pedagogo y prolífico compositor de estilo postromántico, con obras desgraciadamente olvidadas. Los comienzos como compositor de Moreno Torroba fueron sinfónicos, con obras como Zoraida, Cuadros castellanos, La ajorca de oro, Capricho romántico y Suite Castellana. Su música participa del movimiento nacionalista, con elementos andalucistas y un casticismo nostálgico. En 1924 contrae matrimonio con Pilar Larregla, hija del compositor Joaquín Larregla. La composición de música sinfónica en España no proporcionaba los ingresos suficientes como para mantener una familia, y no fueron pocos los músicos que probaron fortuna en la creación dentro del género lírico como medio de supervivencia. Moreno Torroba compuso la ópera La virgen de mayo en 1925, sorprendiéndose por unas críticas no demasiado buenas, con lo que no volvió a aventurarse en el campo de la ópera nacional hasta 1980 con El poeta, a sugerencia de Plácido Domingo que la estrenó en el teatro de la Zarzuela.
Miguel Primo de Rivera, que admiraba a Moreno Torroba, lo nombró junto con Pablo Luna empresario del teatro de la Zarzuela en 1925, en donde obtuvo su primer éxito con La mesonera de Tordesillas y en 1928 con el estreno de La marchenera. El final de la dictadura, en 1930, determinó que Luna y Moreno Torroba perdieran su monopolio en la programación del teatro de la Zarzuela, aunque pasó a hacerse cargo de la empresa del teatro Calderón, programando La rosa del azafrán, de Guerrero. Durante la Segunda República el teatro Calderón pasó a ser la sede del Teatro Lírico Nacional y allí alcanzó su gran éxito en 1932 con Luisa Fernanda, obra que hoy sobrepasa en mucho las diez mil representaciones. Y de nuevo el reconocimiento en 1934 con La chulapona, drama de ambiente castizo y ambientado en el Madrid de fin de siglo. En este mismo año fue nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Al inicio de la Guerra Civil fue encarcelado, acusado de haber colaborado en la composición del himno falangista Cara el Sol. Incombustible frente a todo cambio político, de fuertes convicciones religiosas y monárquicas, escapó a la zona nacional. Acabada la guerra estrenó Monte Carmelo, que el compositor siempre tuvo en gran estima, Maravillla y La Caramba. No podemos dejar de citar María Manuela, de inspirado tratamiento coral. Luego, el mundo de la zarzuela inició un rápido declive. Fue por esto que compuso algunas revistas, con poco éxito y me temo que con no mucho convencimiento. En 1974, Moreno Torroba fue nombrado presidente de la Sociedad General de Autores. Con 89 años su vitalidad era portentosa, siempre con nuevos proyectos y actividades, volcando su atención como en otras épocas en las obras instrumentales. Compuso poemas y suites sinfónicas, ballets, música coral y vocal con acompañamiento orquestal y de cámara, música para piano, etc. Entre sus aportaciones en estos campos sobresalen cerca de un centenar de composiciones para guitarra, en las que da rienda suelta a su inspiración españolísima empleando un lenguaje armónico más arriesgado, y que reflejan su delicada labor de orfebre, desde su encantadora Sonatina hasta su Homenaje a la Seguidilla para guitarra y orquesta, obra de amplias proporciones en la línea de los Diálogos para guitarra y orquesta, esta última más intimista, ha sido interpretada magistralmente por Pepe Romero. Poco antes de su fallecimiento en Madrid a los 91 años, dedicó y entregó a su amigo e intérprete Andrés Segovia una colección de Seis preludios para guitarra.
Volviendo al libro, se divide en tres "actos". El primero va desde su nacimiento hasta el estreno de Luisa Fernanda. El segundo trata de dilucidar las relaciones culturales y políticas de Moreno Torroba con su tiempo. En el tercero, tal vez el menos conocido, se ofrece una abundante panorámica sobre sus activos últimos años. A su vez, cada acto se divide en tres "escenas", la España del momento, la vida profesional -ejercía también como crítico y director de orquesta- y personal, y breves pero enjundiosos análisis de las principales composiciones de cada período. Todo ello imprime una dinámica excepcional en la narración. El libro incluye unos 50 ejemplos musicales, 29 ilustraciones, una cronología, la lista de sus obras, una amplia bibliografía y un índice.
Un libro imprescindible que no se ha traducido al español como vaticiné en su día, en el que, sin embargo, siempre puede caber alguna objeción. En una completísima reseña de Christopher Webber, aunque afirma de buen grado que el libro está bien escrito, señala ligeras omisiones en algunos casos, falta de profundidad en algunas obras y actividades y cierta benevolencia hacia el personaje.
Escrito por Joaquim Zueras
Desde España
Fecha de publicación: Invierno de 2018
Artículo que vió la luz en la edición nº 34 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505
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