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Prosa Musical I. Historia y Crítica Musical de Gerardo Diego

Daniel Martín Sáez
Universidad Autónoma de Madrid



(Nº 30, Invierno, 2016)



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RESEÑAS


Título: Prosa Musical I. Historia y Crítica Musical
Autor: Gerardo Diego
Editor: Ramón Sánchez Ochoa
Documentalista: Elena Diego Marín
Editorial: Pre-Textos
Páginas: 790
Idioma: Español
Año: 2014

Gerardo Diego es conocido sobre todo como uno de los poetas más importantes de la denominada generación del 27, pero fue también un asiduo prosista, periodista y crítico musical. En esta magnífica edición de Pre-Textos, encabezada por la imagen de Gerardo Diego sentado al piano, realizada por Ramón Sánchez Ochoa y documentada por Elena Diego Marín (hija de Gerardo Diego), se presentan los textos publicados por el poeta español sobre asuntos musicales. A pesar de su extensión, casi ochocientas páginas, estamos solamente ante el primer volumen de su prosa musical, dedicado a la “Historia y crítica musical”. A este volumen ha de seguir otro, que esperamos con impaciencia, y el resultado podría haber sido aún más amplio si no se hubiesen excluido algunas aportaciones del poeta, por razones editoriales muy comprensibles, como el ensayo escrito junto a Joaquín Rodrigo y Federico Sopeña, Diez años de música en España: musicología, intérpretes, compositores. Si a ello sumamos sus poemas dedicados a la música (baste leer la antología de Poemas musicales realizada por Antonio Gallego en el año 2012), podremos hacernos una idea ajustada del valor que tenía la música para el poeta santanderino.

         La prosa musical de Gerardo Diego publicada en este primer volumen se divide en tres partes, según su contenido, con los siguientes títulos: (1) los compositores y sus obras, (2) los intérpretes y (3) crónicas musicales. En conjunto ofrecen uno de los testimonios más importantes e ignorados de la vida musical española del siglo XX. Apenas empezamos a conocer la prosa de Gerardo Diego; incluso los expertos, empezando por el editor Ramón Sánchez Ochoa, reconocen su sorpresa al descubrir la magnitud y riqueza de esta prosa musical, a pesar de que –como muestra la bibliografía de referencia– existen importantes fuentes y estudios sobre el asunto.

         La mayoría de los textos pertenecen a publicaciones realizadas por Gerardo Diego en periódicos y revistas como el ABC o El Imparcial, pero también encontramos prólogos a obras musicales o notas de programa de concierto. Los intereses de Gerardo Diego se dirigen sobre todo a la música del siglo XIX, de vanguardia y de su propio presente, desde Chopin, Mendelssohn, Liszt y Brahms hasta Falla, Messiaen, Bartok y Stravinsky, pasando por Debussy, Scriabin, Gabriel Fauré y Strauss, aunque también encontramos textos dedicados a Couperin, Bach, Scarlatti, Mozart o Beethoven. Entre los españoles, además de Falla, encontramos ensayos dedicados a Albéniz, Joaquín Turina, Óscar Esplá, Ernesto Halffter, Federico Mompou y Joaquín Rodrigo, entre otros, pero también a las cántigas de Alfonso X el Sabio y a los inigualables renacentistas españoles, por los que muestra un singular afecto:

Si hay algún término para definir a la vieja música española de los Cabezón, Guerrero, Victoria, Narváez, Peraza, Vázquez, este vocablo sería quizá el de la castidad. Música divinamente casta, pura y, por tanto, religiosa, aún en sus manifestaciones profanas. Música al mismo tiempo ardiente, inflamada de amor espiritual, que va derecha de corazón a corazón. Y éste es el supremo privilegio de nuestra vieja música de los Siglos de Oro, privilegio de que no participan ni la italiana ni la francesa ni la inglesa, que poseen encantos e imantaciones diversas

         Los distintos artículos se leen con presteza, arrastrando al lector con el encanto de su estilo, la riqueza del léxico y la lucidez de sus apreciaciones. La mayoría son breves, como un artículo de periódico, pero concienzudos, muy bien escritos y fundados en un conocimiento musical de primer orden. Dentro de cada sección, se presentan en orden cronológico, con la indicación del medio donde se publicaron. A los compositores y sus obras dedica textos entre 1948 y 1965; a los intérpretes, entre 1924 y 1976; las crónicas se extienden entre 1933 y 1950. Más de cuarenta años recogidos en esta edición, donde el lector verá pasar ante sí toda la historia de la música, desde el canto gregoriano hasta el presente de Gerardo Diego.

         A su vez, las críticas de concierto intentan extender el conocimiento sobre los intérpretes, los compositores y las obras, pero sin quedarse por ello en la crónica inmediata, que muere tras su publicación. A menudo, Gerardo Diego nos parece un autor del presente, como cuando ejerce las veces de crítico, lamentando la escasez de recursos de los músicos y la falta de conocimiento del público, así como la necesidad de nuevos proyectos educativos. En su artículo sobre “El año de Bach”, publicado el 16 de enero de 1951, comienza con las siguientes líneas:

Concluye el año del centenario de Juan Sebastián Bach, y no podemos decir que estemos satisfechos de la participación española en los homenajes que se le ha dedicado el mundo musical. En Madrid, al menos, si el nombre del Gran Cantor ha aparecido en los programas de los conciertos con plausible frecuencia, ha faltada la audición sistemática de sus grandes ciclos de obras, si se exceptúa la de los conciertos de Brandeburgo a cargo de la Orquesta Nacional, con un hueco que vino a llenar oportunamente la Orquesta de Cámara Femenina Taffanel, con la deliciosa sonoridad de su clavecín. Es cierto que la vida musical madrileña y la española en general se halla inerme para atacar las grandes obras corales. Donde hay solera polifónica suele faltar la orquesta y viceversa. Las Pasiones, la Misa en si menor, las Cantatas no han podido oírse por estas latitudes. Es una verdadera pena y habrá que pensar en una campaña educativa y preparadora para que en un próximo porvenir la cultura del pueblo pueda enriquecerse con tan insustituibles experiencias auditivas. Y no es que falten denodados campeones a los que debemos infinita gratitud por sus continuos esfuerzos pedagógicos, pero son pocos brazos para tanta mies.

         El artículo prosigue con la necesidad de dar a conocer la música de órgano y clavicémbalo, donde no sólo se subraya la necesidad educar al público en general, sino también a los intérpretes y compositores. Sobre el desconocimiento de la tradición, resulta especialmente lastimosa su conclusión sobre la música española, expuesta en un artículo titulado “La música española” (1949):

La música española. He aquí dos palabras que unidas emiten un tenso poder de sugestión sobre cualquier hombre sensible a la magia del arte y quizá con más fuerza todavía sobre el hombre no español que sobre el español. A los españoles nos basta hallarnos accidentalmente fuera de España –y no hablemos de los que residen en el extranjero y menos aún de los emigrados, para quienes no es fácil volver a la patria– para sentir la más profunda emoción ante el contacto físico, acústico de una música española cualquiera.

         La prosa musical de Gerardo Diego resulta actual en este y otros muchos aspectos, pero baste lo expuesto para suscitar el interés del lector. Los centenares de artículos publicados aquí no pueden resumirse en notas comunes, pero hacen de Gerardo Diego, no sólo el mayor conocedor de la música entre los poetas de la Generación del 27, sino entre todos los poetas españoles del siglo XX, situación que por sí sola bastaría para reconocer el valor de una obra cuya altura crítica, testimonial y musicológica nadie puede negar, pero que además es necesaria para comprender la poesía de uno de los mejores escritores en lengua española.

 

Escrito por Daniel Martín Sáez
Desde España
Fecha de publicación: Invierno de 2016
Artículo que vió la luz en la edición nº 30 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505


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