En una carta enviada por Kandinsky a Franz Marc en 1911 aparecía por primera vez la ambiciosa idea de "El Jinete Azul", un almanaque que recogería artículos y reproducciones de una determinada selección de obras. El proyecto, publicado en 1912, no era tan sólo un anuario; se trataba de un libro que replanteaba relaciones con el pasado, la herencia cultural europea, y trazaba un camino hacia el futuro del arte desde la formulación de una nueva teoría artística. El Jinete Azul es un libro de gran importancia en el arte moderno: muestra las ideas del grupo con mayor peso teórico del expresionismo alemán, establecido en la ciudad de Munich y liderado por los artistas Vasily Kandinsky y Franz Marc. Una obra que recoge el carácter vehemente que caracteriza los manifiestos de la vanguardia histórica y que nos permite conocer las ideas que impulsaron algunas de las rupturas más importantes del arte moderno frente a la tradición artística clásica.
Las ideas que inspiraron la publicación del Almanaque son el resultado de una fractura cultural que había empezado a manifestarse en las últimas décadas del siglo XIX. La aparición de las vanguardias artísticas puso en evidencia que los pilares sobre los que se habían asentado las artes hasta el momento se tambaleaban, y exigieron el recorrido de nuevos caminos; los artistas de esta época se habían visto arrojados a un campo en el que la creación comenzaba a liberarse de las restricciones clásicas, pero esto tenía un precio: la soledad con la que avanzaban en un territorio aún por explorar, y así, proclamaba Franz Marc, “El mundo se extiende ante nosotros inmaculado; nuestros pasos tiemblan” (1). Una de las razones de ser de El Jinete Azul va a ser el establecer lazos de unión entre aquellos artistas que estaban desarrollando un nuevo lenguaje a través de sus obras; se trataba de una conexión que buscaba la superación de las fronteras nacionales y, por tanto, la universalización de ese nuevo lenguaje artístico.
El hilo conductor que, para Kandinsky y Marc, podía unir obras de tan diferentes ámbitos, formas y estilos iba más allá de ciertas cualidades formales, estaba determinado por la esencia de la obra, aquello que Kandinsky llama su sonido interno y que nos remite a sus cualidades espirituales. De esta manera se estaba proponiendo un movimiento que iba más allá de lo puramente artístico, se hablaba de un movimiento espiritual, inspirado en la teosofía y la filosofía oriental, que permitiría al hombre europeo adentrarse en nuevos modos de experiencia mística a través de las obras de arte. Desde esta perspectiva, el arte se va a entender como camino místico y las obras como una expresión del espíritu. Esta visión, en la que lo espiritual se toma como fundamento último, va a permitir avanzar hacia la emancipación del arte frente a la representación mimética de la realidad, uno de los aspectos que va a marcar el arte de la vanguardia histórica y que, en este caso, va a abrir la puerta al lenguaje abstracto. En el camino por despojar al arte visual de todos aquellos reflejos de lo externo que pueden entorpecer su misión de revelar lo auténtico, la música se va a convertir en el referente principal al ser considerado un arte puro que no necesita recurrir a imágenes de la naturaleza para articular su lenguaje. De ahí que aparezca constantemente en el libro, en artículos de Arnold Schönberg, Thomas V. Hartmann, Leonidas Sabaneiev y N. Kulbin, y de que incluso se tomen ciertos términos musicales para tratar ideas en torno al arte plástico, como el sonido interno de la obra o la vibración del espectador frente a la misma.
Otro de los aspectos de gran interés en la publicación es la búsqueda de la obra de arte total. Una posición, heredada de las ideas estéticas de Wagner y Schiller, pero que busca su superación a través de la consideración del valor independiente de cada una de las artes y su combinación paralela, sin que se produzcan interferencias entre ellas, de tal manera que la unión de sus diferentes lenguajes magnifique su mensaje y lleve al espectador a la experiencia mística suprema. Esta idea, ampliamente desarrollada en los escritos de Kandinsky, queda bien ilustrada en su artículo “Sobre la composición escénica” y en el análisis de la obra Prometheusde Skriabin realizado por Leonidas Sabaneiev.
No menos interesante es la redefinición del papel del arte, el artista y el espectador y de las relaciones establecidas entre ellos que plantea El Jinete Azul como consecuencia del giro hacia lo espiritual. Éste es otro de los motores que impulsa la publicación, el objetivo era que esta redefinición fuera llevada a cabo no por parte de críticos o historiadores del arte, sino a través de las propuestas de los propios artistas. Aquí encontramos otro de los grandes valores de la obra, su carácter mediador, un “eslabón intermedio entre el artista y el público” (2) que incluso pretendía dar cabida en publicaciones posteriores a las expresiones de los mismos aficionados. La búsqueda de nuevos parámetros para abordar las obras de arte, de nuevos criterios que dejaran atrás las valoraciones basadas en lo puramente fenoménico para considerarlas como tales, llevará a los editores a separarse de la historiografía artística clásica; un posicionamiento que les va a conducir a formular nuevas concepciones de las ideas de estilo artístico y de belleza, determinadas evidentemente en función de valores espirituales. Tomando como base esas nuevas nociones de estilo y belleza se ofrece una interesante recopilación de obras con las que se pretende ilustrar las ideas desarrolladas en la publicación. Lo más destacable aquí es que, con la intención de romper la evolución lineal planteada por la Historia del Arte tradicional, se muestran una serie de piezas de contextos y periodos diferentes otorgándoles el mismo valor. De esta manera, sin romper con la tradición artística occidental, se incluyen obras que hasta el momento no habían sido consideradas en los círculos europeos, reclamando a su vez el valor del arte no inscrito en circuitos profesionales, el arte popular e infantil, y sin dejar de lado composiciones musicales que muestran esa voluntad de integración y equiparación de los diferentes lenguajes artísticos.
En El Jinete Azul nos encontramos pues ante una obra que, a través de la consideración de la música como paradigma artístico, se convierte en uno de los pasos determinantes en el camino hacia la expresión abstracta en las artes visuales. Un libro fundamental del arte moderno que nos permitirá acercarnos a una época fascinante y al pensamiento que marcó el inicio de una nueva etapa histórica, la Modernidad.
1 MARC, F., Prólogo para el proyecto del segundo libro “Der Blaue Reiter”, Febrero de1914
2 KANDINSKY, V. / MARC, F., Prólogo de la Redacción de El Jinete Azul, Octubre de1911.
Escrito por Yolanda Riquelme García
Desde España
Fecha de publicación: Enero de 2012
Artículo que vió la luz en la revista nº 22 de Sinfonía Virtual.
ISSN 1886-9505
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