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GUÍA DE LA MÚSICA DE CÁMARA (Ed. ALIANZA, 2010)
LA CANÓNICA GUÍA DIRIGIDA POR TRANCHEFORT

Daniel Martín Sáez
Director de Sinfonía Virtual



(Nº 21, OCTUBRE, 2011)


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RESEÑAS


La editorial Alianza vuelve a ofrecernos, en edición de lujo, la ya canónica Guía de la Música de Cámara de François-René Tranchefort, realizada junto a un cualificado equipo de expertos, formado por P-E. Barbier, H. Halbreich, J-A. Ménétrier, A. de Place, A. Poirier y M. Vignal. Aunque la obra fue publicada por primera vez en 1989, sería traducida y adaptada por el renombrado José Luís García del Busto en el año 1993, quien se tomó la necesaria libertad de adaptar el voluminoso estudio de Tranchefort a nuestro país, añadiendo a la lista inicial de músicos españoles (Arriaga, Falla, Gerhard, Soler y Turina) ya tratados por Tranchefort y su equipo, los nombres de Bernaola, Guinjoán, Cristóbal Halffter, Tomás Marco, Xavier Montsalvatge y Luis de Pablo, entre otros, además de haber revisado algunos aspectos de la primera tanda de compositores y de haber incluido a Luis de Milán y hacer referencia a los maravillosos vihuelistas del Barroco Español.

        Poco se puede decir de esta obra que no se haya dicho ya. En el ámbito de las grandes obras de consulta –como lo son la Guía de la Música Sinfónica del mismo François-René Tranchefort, o el Diccionario Harvard de la Música, de Don Randel (editor), todas ellas publicadas en Alianza– se trata de una referencia obligatoria e indiscutida en los Conservatorios y los estudios de Musicología, así como una obra clave y accesible para los aficionados.

        Esta Guía puede ahorrarnos muchos sudores, y para ello fue creada. Como manifiesta el propio Tranchefort en el prólogo, su intención no fue más que «ayudar al oyente que no tenga a mano la partitura de la obra que escucha, a ‘seguirla’ en su desarrollo, a comprender su organización general así como sus estructuras elementales, a apreciarla, tanto más a quien no se conforme solamente con el placer auditivo: en resumen, invitar a este oyente a una escucha activa».

        En efecto, en muy pocas páginas disponemos de una visión general de toda la obra camerística de más de ciento cincuenta compositores, ordenados alfabéticamente, que no nos ayudan solamente a comprender una determinada obra y «guiar» nuestra escucha, sino también a vislumbrar en una lectura de pocas páginas todo un desarrollo, expuesto con la mayor claridad y evitando cuando es posible, como afirma también Tranchefort, aquellos conceptos técnicos que podrían entorpecer la lectura del neófito. En la edición española, concretamente, encontramos un total de 182 compositores, frente a los 165 de la edición original, cuyas obras se ordenan cronológicamente, según el año de composición y publicación.

        Por otra parte, esta guía resulta fundamental en aquellos compositores cuya música de cámara nos ofrece por sí sola, y en ocasiones con una fuerza sorprendente, una panorámica completa de la producción de su compositor, como es el caso de muchos más músicos de los que se suele pensar, empezando por Beethoven, que representa al mismo tiempo la culminación de la tradición y el inicio de la revolución contemporánea.

        También es muy útil en el caso de aquellos que inventaron algún género camerístico, como es el caso de Haydn y el cuarteto de cuerda, o de quienes pretendieron revolucionar el entramado musical a inicios del siglo XX a través de la música de cámara, como es el caso de Anton Webern, a lo que tenemos que añadir la importancia esencial de la música instrumental a partir del siglo XVII, con su momento cumbre en el Romanticismo y la primera mitad del siglo XX, época que ocupa, de hecho, la mayor parte del grueso de esta Guía.

         Pero, ¿qué decir si además consideramos la música de cámara como el centro neurálgico de la música moderna y contemporánea, su momento de intimidad y recogimiento, el lugar donde la música –por así decirlo– perdió su vergüenza y se mostró desnuda a los ojos del hombre, en todo su esplendor y veracidad? ¿Y si la música de cámara, como ocurre a partir de Brahms, constituye el verdadero lugar de aparición de la Filosofía en el centro de la Música, el momento en que la música se emancipa como arte y, con ello, se apropia de la capacidad para reflexionar sobre sí misma?

 


Escrito por Daniel Martín Sáez
Desde España
Fecha de publicación: Octubre de 2011
Artículo que vió la luz en la revista nº 21 de Sinfonía Virtual.
ISSN 1886-9505



 

 

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