DULCINEA: CRÓNICA DE UNA VELADA MUSICAL INOLVIDABLE
Pablo Ransanz
Alcalá de Henares y ‘Dulcinea’
Uno de los acontecimientos musicales más esperados de este año dos mil diez en España ha sido el estreno en la Comunidad de Madrid de Dulcinea, la Cantata-Fantasía para un caballero enamorado para cuatro voces solistas, coro y orquesta, redactada por Don Lorenzo Palomo (1938) sobre textos de Carlos Murciano. El compositor cordobés, de reconocido prestigio y gran proyección internacional, presentó al mundo entero esta magnífica obra que ahora nos ocupa en el Konzerthaus de Berlín (mayo de 2006). En aquella ocasión, la interpretación corrió a cargo de la Orquesta y Coro de la Ópera de Berlín (Deutsche Oper Berlin), con la participación de los siguientes solistas: Ainhoa Arteta (soprano) en el papel de Dulcinea, Cheri Rose Katz (mezzosoprano) como Teresa Panza, Burkhard Ulrich (tenor) en la parte correspondiente a Sancho Panza, y el excelente bajo armenio Arutjun Kotchinian como flamante Don Quijote.
La Ciudad Patrimonio de la Humanidad de Alcalá de Henares, patria de Don Miguel de Cervantes y Saavedra, ha acogido el evento con el entusiasmo que caracteriza a esta bella ciudad cargada de Historia y Arte. El Concierto extraordinario en el que se enmarcó la interpretación de la composición del maestro Don Lorenzo Palomo el sábado diecisiete de julio de dos mil diez, corresponde al acto culminante de la presentación oficial de esta localidad como candidata a Capital Europea de la Cultura en 2016. En palabras de Don Bartolomé González Jiménez, Alcalde de Alcalá de Henares, “Hoy, después de un rotundo éxito en Berlín, estrenamos Dulcinea, la Cantata-Fantasía para un caballero enamorado, (…), con el afán de ofrecer un concierto único en España, aquí en la ciudad de Cervantes. Y aquí, en este escenario enmarcado por el patrimonio de Alcalá, vivimos un acontecimiento único con El Quijote nuevamente como referente, como símbolo literario indispensable en nuestro mundo”.
El elenco vocal elegido para esta irrepetible ocasión estuvoencabezado – nuevamente - por la soprano guipuzcoana Ainhoa Arteta y por el bajo armenio Arutjun Kotchinian. La mezzosoprano donostiarra Ainhoa Zubillaga fue la responsable de asumir el papel de Teresa Panza, mientras que el tenor madrileño Luis Dámaso se ocupó de la parte correspondiente a Sancho Panza. Los cuatro solistas estuvieron arropados en todo momento por la Orquesta Clásica de España (fundada en 2007 de la mano del violinista Vicente Cueva), formación que se ha consolidado como una de las más importantes en el plano nacional e internacional. La OCE está integrada en su mayoría por jóvenes intérpretes de gran talento. La parte coral de la partitura fue encomendada al prestigioso Orfeón Donostiarra (fundado en 1897), a las órdenes de su director, José Antonio Sáinz Alfaro. El reputado director de orquesta nacionalizado austriaco - de origen italiano - Marco de Prosperis fue el encargado de llevar a buen puerto la interpretación de Dulcinea.
El Concierto
La cita con la Música del compositor de Dulcinea se programó para el sábado diecisiete de julio de este dos mil diez a las diez de la noche. El lugar elegido para albergar el evento fue la extensa huerta del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares, ya que se esperaba una asistencia multitudinaria. La organización creyó más oportuno que el concierto tuviese lugar al aire libre, con los inconvenientes ya conocidos del ruido ambiental. El éxito de taquilla fue rotundo (otra vez más). Se pusieron a la venta casi tres mil entradas; y, a juzgar por lo que pudo verse aquella velada, pocas de ellas (o ninguna) quedaron sin dueño.
La primera parte del concierto, que comprendía la Obertura del “Sueño de una noche de verano” de Felix Mendelssohn-Bartholdy y la Fantasía para un gentil hombre del maestro Joaquín Rodrigo, sufrió una ligera alteración debido al fallo de un generador eléctrico justo al término de la primera obra. La organización se vio obligada a suspender temporalmente el evento. Los espectadores-oyentes tuvieron que esperar aproximadamente veinte minutos para poder disfrutar – solventada la incidencia técnica - del lirismo y de la extraordinaria sensibilidad musical del guitarrista José María Gallardo del Rey, que hizo las delicias de los asistentes al acto con su delicado fraseo y su impecable técnica. El sonido de la guitarra, nítido y transparente, se proyectó sobre la huerta bajo un cielo estrellado.
Seguidamente, el Orfeón Donostiarra subió al escenario para interpretar, junto a la orquesta y a los solistas ya citados anteriormente, la obra de Don Lorenzo Palomo. Dividida en diez cuadros o escenas (en palabras del propio compositor), Dulcinea representa todo lo bello y puro para un Don Quijote enamorado –sí-, pero a la vez enajenado mentalmente e incapaz de ver la realidad que le rodea.
A continuación, se indica (para nuestros lectores) cuáles son estas diez partes de las que consta la obra:
- Los molinos de viento
- La llamada del Caballero
- Canción del alba
- Canto de Don Quijote
- Batalla de los molinos de viento
- Seguidilla
- Don Quijote y Sancho
- ¡Abracadabra!
- Canto de Dulcinea
- Canto final
En Los molinos de viento, el coro dibuja una sinuosa línea continua de sonidos sibilantes* (susurros) que emulan al viento. La partitura está plagada de contrastes dinámicos, desde el triple piano inicial, atravesando por pasajes en piano, mezzoforte o fortissimo, hasta llegar a un pianissimo, alargado mediante la utilización del calderón, después del cual el coro finaliza su primera intervención bajo la indicación poco a poco perdendosi (“perdiéndose poco a poco”). Este símbolo de la notación musical – el calderón -, cargado de subjetividad, aparece numerosas veces en esta bellísima página inicial. En este pasaje, puede apreciarse claramente que existen cambios o “fluctuaciones” de ‘tempo’ durante su interpretación no especificados en la partitura y que conciernen directamente a la Agógica (Del al. agogisch, y este del gr. tardío ἀγωγικός, der. de ἀγωγή, transporte, movimiento).
Un solo de oboe (Andantino grazioso) entona una melodía sencilla, que nos transporta a tierras de Castilla-La Mancha. Clarinetes y fagotes se unen al oboe y al coro. Después de una pausa, comienza un pasaje marcado por una célula rítmica quasi stravinskiana confiada al tambor y al tam-tam, y a la que se suma la flauta primero, y progresivamente las secciones de viento-madera y cuerda al completo. La orquesta inicia un ritmo “electrizante, frenético, casi salvaje, que culmina con la intervención del coro”. Éste finaliza su increpación a Don Quijote de la siguiente manera:
Moliní, tu escudo,
moliní, tu lanza,
moliní, tu yelmo,
moliní, tu espada.
moliní, tu yelmo,
moliní, tu espada,
luchador vencido,
capitán de nada.
Las aspas de los molinos de viento giran con fuerza (gracias a una “máquina de viento”), produciendo un efecto sonoro en el espectador-oyente impactante y novedoso.
La llamada del caballero (compás de 6/8) lleva la indicación de ‘tempo’ Allegro moderato. Unas notas en forte inicial encomendadas a los clarinetes y fagotes, secundados por los oboes, se entremezclan en el discurso armónico-melódico con la intervención de las trompas (en Fa) y de las trompetas (en Do). También las cuerdas altas y los violonchelos se suman al diálogo, así como diferentes instrumentos de percusión especificados en la partitura. Las trompetas anuncian la llegada de Don Quijote.
Especialmente bella es la Canción del alba (coro). El poeta gaditano Carlos Murciano emplea diez versos de catorce sílabas, divididos en dos hemistiquios (versos alejandrinos), con rima consonante, agrupados de dos en dos. Don Lorenzo Palomo “traduce” musicalmente estos versos de manera admirable. Compuesta en compás ternario (3/4), la citada canción comienza con elevada inspiración. La flauta entona una bella melodía que esconde una poderosa célula rítmica. Ésta es respondida enseguida por el clarinete solista, que plasma una idea musical fresca y sugerente. Los violines acompañan a la flauta en pizzicato, hasta que ésta termina su elegante fraseo. Estos últimos, junto a las violas, continúan el discurso comenzado por su predecesora, mientras el coro entona con serenidad (piano) “Mirad al Caballero de la Triste Figura/ Mirad al Caballero, hijo de su aventura”.
El Canto de Don Quijote (Allegro moderato) nos revela que estamos ante un compositor experimentado, que sabe exprimir todos los colores y timbres de la paleta orquestal. El Blocco di legno, el fagot, las trompas y las cuerdas graves (violonchelos y contrabajos) inician esta escena en pianissimo. En pocos compases, se llega al forte y, en última instancia, al fortissimo (indicación de crescendo molto).
Comienza Don Quijote su intervención pidiendo a Dulcinea que diga su nombre:
Decid mi nombre, señora,
deste corazón cautivo,
y todo será más bello,
y todo será más limpio.
El Caballero de la Triste Figura continúa su discurso sereno y cargado de lirismo, acompañado en todo momento por la orquesta. Tras recordar sus andanzas por los campos de Montiel, nuestro protagonista, siempre apasionado, exalta el nombre de Dulcinea del Toboso:
Decid el nombre que he puesto
letra a letra sobre el mío,
y yo seré Don Quijote,
el hombre mejor nacido,
el más noble caballero
que vieran jamás los siglos.
La complejidad de esta parte solista es enorme, dado que existen frecuentes cambios de compás (del 6/4 inicial al 2/2, y viceversa), múltiples gruppetti de tres, cuatro y hasta siete notas, numerosísimas notas alteradas (sostenidos y bemoles), y abundantes anotaciones relacionadas con la intensidad sonora. Don Lorenzo Palomo cuida los matices al máximo. La escena termina en un acorde en triple piano, alargado mediante el calderón.
La trepidante Batalla de los Molinos de Viento (Moderadamente animato – Andante maestoso – Allegro deciso), nos muestra a un Don Quijote que combate desesperadamente contra los molinos de viento, que representan, quizás, sus propios miedos, angustias e inseguridades.
La música cumple aquí una función descriptiva. Las trompetas, con su brillantez y potencia, inician una poderosa célula melódico-rítmica, que es recogida por las maderas y por diferentes instrumentos de percusión. Se aprecian contrastes dinámicos notables, con lo que el lector podrá deducir que, en lo concerniente a la parte orquestal, la partitura presenta severas exigencias.
Los cambios de ‘tempo’ especificados explícitamente por el compositor constituyen otro de los atractivos de esta escena. En la interpretación, pueden observarse, empero, pequeñas “fluctuaciones” en la transición de un ‘tempo’ a otro diferente.
Una vigorosa y atractiva célula rítmica sirve de arranque a una seguidilla castellana (coro, compás de ¾):
Alonso Quijano quiere
que Aldonza diga su nombre,
o sea, que Dulcinea
reconozca a Don Quijote
como el bravo caballero
que la hizo hermosa y noble.
Vengan magos y amadises,
floriseles y doctores,
nigromantes y mambrinos,
jorguines y encantadores.
Rocinante marcha al paso,
Clavileño lo hace al trote:
sus pezuñas de madera
alcanzan el horizonte.
Por los campos de Montiel,
por las praderas del orbe,
seguido de su escudero,
cabalga al fin Don Quijote.
Conviene que nuestros lectores sepan que la seguidilla, en su forma más ‘estricta’ – o ‘canónica’-, es una composición métrica que puede constar de cuatro o de siete versos, de los cuales son heptasílabos y libres el primero y el tercero, y pentasílabos y asonantes el segundo y el cuarto. Si consta de siete, el quinto y el séptimo son pentasílabos y asonantes entre sí, y el sexto es heptasílabo y libre. Hay seguidillas en que los versos forman consonancia.**
En el caso que nos ocupa ahora, se observa que Carlos Murciano ha optado por una fórmula distinta y más libre. Todos los versos (dieciocho en total) son octosílabos, salvo el quinto de la segunda estrofa (“Por los campos de Montiel”), que es heptasílabo. En lo relativo a la rima, se observan algunas consonancias, como es el caso de los versos segundo y octavo de la última estrofa.
Unos breves compases introductorios encomendados a la orquesta anuncian el diálogo entre Don Quijote y Sancho (indicación de ‘tempo’ Moderato giocoso). Sancho pregunta a su señor “¿qué queréis de Sancho Panza?”, a lo que el caballero le responde: “Fidelidad, buen amigo, /y valor en la batalla”. El escudero explica a Don Quijote que él no es “varón de armas”, a lo que su amo le replica que habrá de aprender de él y de su amor por Dulcinea. Sancho apela a su Teresa Panza y se enzarza en una pequeña disputa con su señor. La escena termina con el canto apasionado de Sancho, que proclama con gran lirismo su amor por Teresa Panza:
La mujer que a mí me entiende
Teresa Panza se llama
y cuando la sed me puede
ella es cántaro y es agua.
¡Abracadabra! (Allegretto grazioso) representa uno de los mayores atractivos de esta Cantata-Fantasía para un Caballero enamorado. Comienza en compás de 6/8 y presenta frecuentes cambios del mismo (4/8 y 3/8), lo que obliga al coro a prestar la máxima atención a la partitura y al director de orquesta. Después de formular su conjura para que Dulcinea aparezca, se oye una canción de cuna, “la que sobre la Mancha mece la luna”.
El momento álgido de la velada se vivió con la aparición en el escenario de Ainhoa Arteta, destinataria de la obra del compositor andaluz. El Canto de Dulcinea comienza con la indicación Allegretto grazioso en compás 2/4. Flautas, clarinetes (en La), trompetas (en Do), el tamborino y la sección de cuerdas (salvo los contrabajos), son los encargados de abrir este bellísimo cuadro. Tras una inspirada melodía que canturrea el oboe y que recoge el clarinete, existen dos acotaciones de ‘tempo’ en cinco compases: Meno mosso la primera y Molto calmo la segunda. Flautas, trompas y clarinetes crean una atmósfera casi etérea, y el arpa se anticipa al canto sereno de Dulcinea:
Mi nombre es dulce: Dulcinea.
Salió del fondo de un espejo
donde él me vio como ahora soy:
dama de un noble caballero.
Son habituales los gruppetti de tres, cinco y siete notas en un fraseo delicado y ágil. Se retorna al ‘tempo’ inicial durante unos cuantos compases, para volver de nuevo a un ‘tempo’ muy calmado. La sección de viento-madera, las trompas, el arpa y las cuerdas al completo crean una textura armónica exquisita, un caldo de cultivo ideal para que nuestra soprano tolosarra continúe con su bello discurso:
Mi nombre es tibio y delicado.
Aldonza es ya sólo un recuerdo.
Vengo del sol de los castillos,
de los salones del ensueño.
Se repiten estas dos estrofas con un discurso melódico diferente. A continuación, Dulcinea, con infinita ternura y pasión, recita estos hermosos versos:
Mi nombre es músico y es dulce
como la miel, como el espliego;
princesa soy de sus afanes
y dueña de sus pensamientos.
Con cierto énfasis, nuestra protagonista, a renglón seguido, canta lo siguiente:
Por mi, fazañas y aventuras,
y desventuras y desprecios,
fieros leones, malandrines,
ogros de brazos gigantescos.
Termina su canto con un “Bienquisto sea Don Quijote/ Bienvenido sea a mi reino”. La escena se disuelve lentamente en un acorde orquestal en triple piano.
El Canto Final (Allegretto) nos presenta a Teresa Panza en el escenario, que desea confirmar su existencia y la existencia de la realidad. Después de unos instantes en los que Don Quijote y Sancho confiesan sus dudas (“La realidad no existe. /Nada en el mundo es real”), Sancho proclama con arrebato y determinación que su Teresa sí que existe (“Sí, Teresa Panza existe”). El Caballero enamorado termina por aceptar la realidad, y a renglón seguido, orquesta y coro (en compás 6/8 + 2/8) se suman a las voces solistas para repetir, con frenesí e in crescendo, lo expuesto ya en el primer cuadro:
Moliní, tu escudo,
moliní, tu lanza,
moliní, tu yelmo,
moliní, tu espada.
… y añaden:
Moliní, tu escudo,
moliní, tu lanza,
el mejor jinete
que cruzó La Mancha.
* Todo el coro por igual produce sonidos sibilantes emitiendo aire entre los labios como para silbar, pero sin llegar a producir este sonido y siguiendo la guía de la línea ondulante. (Nota del compositor)
** Enciclopedia “Ramón Sopena”. Tomo VIII. Pág. 7911
Discografía:
- Dulcinea. Cantata-Fantasía para un caballero enamorado. Lorenzo Palomo (compositor). Sello discográfico Naxos. Serie “SPANISH CLASSICS”. Ainhoa Arteta (soprano), Cheri Rose Katz (mezzosoprano), Burkhard Ulrich (tenor), Arutjun Kotchinian (bajo). Coro y Orquesta de la Ópera de Berlín (Deutsche Oper Berlin). Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Ref.: 8.572577.
Bibliografía recomendada:
- Libro-Guía del Visitante del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares. Crónica de su última restauración (Volúmenes I y II). Colección de Guías artísticas de la Diócesis de Alcalá de Henares. ISBN (Volumen I): 84-89285-06-3. ISBN (Volumen II): 84-89285-07-1. Octubre 1996.
Páginas Web recomendadas:
http://www.ayto-alcaladehenares.es/
Partitura:
Dulcinea. Lorenzo Palomo. Cantata-Fantasía para un caballero enamorado. Para soprano, alto, tenor, bajo, coro y orquesta. Texto: Carlos Murciano. Editorial de Música Española Contemporánea (EMEC). C/ Alcalá, 70. Madrid. E-mail: seemsa@seemsa.com – www.seemsa.com
Agradecimientos:
- Empresa Municipal Promoción de Alcalá de Henares S.
C/ Santa María la Rica, 3 28801 Alcalá de Henares
E-mail: promocionalcala@ayto-alcaladehenares.es
- D.ª Trinidad Yunquera. Área de Publicaciones. Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares.
- Daniel Martín Sáez. Director de Sinfonía Virtual.
Escrito por Pablo Ransanz Martínez
Desde España
Fecha de publicación: Octubre de 2010.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0017 de Sinfonía Virtual