UNA LÚCIDA GISELLE
José Mario Carrer
Miércoles 8 de julio de 2009. Teatro Provincial. “Giselle”. Música: Adolph Adam. Libreto: Théophile Gautier y Vernoy de Saint Georges. Coreografía: Jean Coralli y Jules Perrot. Revisión Coreográfica: Marius Petipá. Reposición Coreográfica: Liliana Ivanoff. Diseño y realización escenográfica: Víctor de Pilla (Teatro Colón). Ballet de la Provincia: Director Leandro Regueiro. Orquesta Sinfónica de la Provincia: Director Luis Gorelik. Elenco: Giselle: Eliana Figueroa. Albrecht: Iñaki Urlezaga. Hilarión: Rafael Peralta. Berthe, Madre de Giselle: Constanza González Brie. Duque: Cristian Galarza. Bathilde, su hija: Tilly Matías. Wilfred, asistente del Duque: Alejandro Torres. Mirta, Reina de las Willis: Renata Peraso. Willis Solistas, Moyna: Noelia Diaz y Zulma: Camila Morchio.
Con una orquesta diezmada por el virus gripal que azota el país y que produjo el cierre en estos días, de la casi totalidad de teatros argentinos, lo que no fue obstáculo para un excelente desempeño, comenzó la función de esta noche con el Himno Nacional Argentino atento al día patrio de mañana. La presentación fue el estupendo ballet romántico “Giselle” inspirado en una leyenda popular alemana recogida bellamente por Heinrich Heine en su obra “De l’Allemagne” escrita en 1835 que fascinó seis años después a los autores del libreto.
La historia trata, en el primer acto, de las “willis”, como se las llama en los países nórdicos a las mujeres que han muerto antes de sus bodas y sus espíritus bailan en las noches al no permanecer tranquilas en sus tumbas. Este dramático hecho le ocurre a la protagonista, Giselle, que es pretendida por el noble Albrecht disfrazado de aldeano y por el guarda-bosques Hilarión que en la fiesta de la vendimia le declara su amor y recibe el rechazo de la protagonista. Jura vengarse. Giselle, de precaria salud y a pesar de los pedidos de su madre, responde a su pasión por la danza y baila en la fiesta obteniendo como premio el reinado de la misma. Sobre esos festejos Hilarión que ha descubierto que su rival es un noble, delata su condición. Giselle se desespera, su débil corazón no soporta la verdad y la supuesta burla, pues también está presente la prometida de Albrecht y muere. El segundo acto, muestra a las willis y su reina recibiendo el espíritu de Giselle. En esa escena fantasmal llega Hilarión convencido de que la muerte de Giselle es su culpa. Las willis lo rodean y le quitan la vida obligándolo a arrojarse a un lago. Albrecht también visita la tumba de su amada pidiendo clemencia por su engaño y a pesar de las willis, salva su vida por la protección de Giselle que no solo desaparece sino que produce la pérdida de sus poderes a los espíritus de esas mujeres muertas. Albrecht, es cierto, se salva, pero queda solo. Fin.
Básicamente esta es la trama resumida. Y a pesar de cierta infantilidad en el cuento, la obra conmueve y atrapa. Hay un notable trabajo del ballet provincial en su conjunto y una revelación, al menos para mí, pues pude apreciar una adorable Eliana Figueroa que emociona por su calidad etérea, sobre todo en el segundo acto donde su papel exige liviandad y sutileza espiritual. Urzelaga respondió a todos los matices de la protagonista. Estuvo muy bien en sus acrobacias y elegante en los adagios. Su “variación” del segundo acto realmente destacable. El pas de deux con Giselle en el segundo acto fue para recordar. Rafael Peralta acertado en su mímica y el resto de los solistas de buena factura. Se notó la ausencia del “pas de paisan” (dúo de paisanos) durante la fiesta del primer acto. Por eso una obra que dura casi una hora cuarenta minutos rozó los noventa minutos. Esa ausencia lo fue por motivos musicales y no imputables al cuerpo de ballet ni a Sofia Newell y Martín Vedia a cuyo cargo estaba ese pasaje. La orquesta, bien conducida, tuvo excelente desempeño y acompañó con precisión al ballet y sus dos figuras principales, ambos, surgidos del Instituto de Arte del Teatro Colón. Curioso. Adam pasó a la historia por la música de este ballet siendo casi ignorada su restante producción musical.
Este ballet, uno de los más hermosos de todos los tiempos, desde el principio fue recibido con plácemes por el público y la crítica. Algunos detalles técnicos. Desde el inicio Giselle está flotando en el aire y muy poco en sus puntas. Con los pies asentados, corre, salta, vuela como una gacela. En cambio su segundo acto exige que su pirueta detenga el tiempo, una mímica convincente acerca de que Albrecht es su amado, sus “ports de bras” deben ser etéreos y lo son en este caso, su papel es poético. Como contrapartida las willis que todo el tiempo están en punta no tienen dulzura, no la necesitan, aunque el “corp de ballet” funciona aceitadamente, al punto de despertar el aplauso en algunos solos, por ejemplo el de la Reina de las Willis, Renata Peraso que con su delgada línea hace muy buen papel, mas dúos y conjuntos. Termino. Buenas dos figuras principales, un cuerpo de ballet trabajado, acertados solistas y una orquesta que a pesar de las ausencias funcionó a similar nivel.
Escrito por José Mario Carrer
Desde Argentina
Fecha de publicación: Octubre de 2009.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0013 de Sinfonía Virtual