ÓPERA PARA TODOS (IV): BEETHOVEN
José Belmonte
Beethoven, puerta abierta hacia el Romanticismo
Cuando uno conoce la tortuosa biografía del gran genio e Bonn, alcanza a comprender muchas de las características que rodean su obra. Nacido en esta ciudad alemana en 1770, fue otro prodigio de la naturaleza en lo que a talento musical se refiere: con cinco años dominaba el clave y con ocho debuta como concertista. Todo ello aderezado con un padre tirano y alcohólico, que lo quiere convertir en un nuevo Mozart, llegando a tratarle con violencia, nos da una semblanza de los primeros años de la vida de Beethoven. Para mayor desgracia, al cabo de unos años, su padre resulta incapacitado, y Luvdig tiene que hacerse cargo de su familia impartiendo clases de música. No obstante, un rayo de luz viene a aliviarle con su nombramiento como segundo organista de la corte del príncipe-elector Maximilian-Franz de Habsburgo.
Bajo la protección de este príncipe, amante de la música, Beethoven viaja a Viena, donde conoce al mismísimo Mozart, aunque de nuevo la tragedia se cierne en torno a él, y tiene que regresar precipitadamente para hacerse cargo de su madre, Maria Magdalene, enferma de tuberculosis, teniendo que hacerse cargo (tras la muerte de esta) de su padre y de sus dos hermanos.
Posteriormente, consigue trasladarse a Viena para estudiar con Haydn. En poco tiempo triunfa entre el público de la ciudad y es considerado un virtuoso del piano. Finalizados sus estudios con Haydn en 1795 empiezan a manifestarse problemas de salud, entre los que destaca una incipiente sordera. Esto afecta aún más al difícil carácter del maestro de Bonn agriándolo en grado extremo. Es famosa la carta que Beethoven remite a sus hermanos en 1802 describiéndoles su atormentada situación: “El testamento de Heiligenstadt”.
Todas estas desgracias engrandecen aún más si cabe la obra del genio alemán. Y esta grandeza no le viene tan solo por las cualidades musicales de sus composiciones, sino por la evolución (revolución) que estas hacen experimentar a la concepción de la Música de su época. Es como si el Clasicismo se le hubiera quedado pequeño, por así decirlo, y a través de la pasión, del sentimiento, lograse ir abriendo poco a poco una puerta hacia otras realidades musicales, presentes en el alma humana: el Romanticismo. Solomon, estudioso de la vida de Beethoven, afirma: Beethoven llevó la música más allá (…) del principio placentero del Clasicismo vienés, permitiendo que fuerzas agresivas y desintegradotas se incorporasen a la forma musical.
Para algunos, Beethoven comienza esta revolución con su tercera sinfonía “Heroica”, para comenzar una “escalada” compositiva que dará fruto con una serie de obras maestras, donde el maestro reflejará esa visión tumultuosa y agitada del nuevo estilo romántico: el “Concierto para piano nº 5 Emperador; las “Sonatas para piano nº 28y 29 Hammerklavier, 30, 31 y 32…
No obstante, los mayores avances los encontramos en sus obras finales: la Sinfonía nº 9 Coral; la Misa Solemne; las Variaciones Diabelli; y los últimos cinco Cuartetos de Cuerda. Con estas obras postreras, Beethoven se adelanta muchos años a su tiempo, configurando rasgos propios del Expresionismo incluso.
El 26 de marzo de 1827, tras la visita de Schubert, y tras tres días de agonía, el Betthoven encuentra por fin la paz.
Beethoven y el teatro lírico
Resulta peculiar la relación que mantuvo el maestro alemán con la ópera. Los convencionalismos del género operístico de finales del XVIII eran rechazados de plano por el genio de Bonn.
Por otra parte, Beethoven solo había hecho una breve incursión en el mundo del teatro lírico: “El fuego de Vesta”. Esta ópera, con libreto de Emmanuel Shikaneder fue un intento frustrado, del que solo llego a completar el primer acto.
Tras este fiasco, y en colaboración con el director del teatro de Viena, Joseph von Sonnleithner, elige el argumento de Fidelio traduciendo al alemán Leonore ou L´amour conjugal, de Jean Nicolas Bouilly. En este drama se inspira la única ópera de Beethoven. Este admiraba el teatro de Bouilly, al considerar que encerraba algunos aspectos revolucionarios.
El devenir de esta ópera fue tortuoso (a semejanza de la vida de Beethoven), pues tuvo tres versiones distintas, estrenadas en distintos momentos:
1. Leonora, elaborada entre 1803 y 1805. Se estrena el 20de noviembre de 1805. El teatro de Viena se encontraba prácticamente vacío a causa de la entrada en la ciudad de las tropas napoleónicas. Tras tres representaciones se retira del cartel, con la consiguiente decepción de BeethoveSus amigos le animan y Beethoven retoma la partitura, reduciéndola de tres actos a dos.
2. Leonora también será el título de la segunda versión, estrenada igualmente en el Teatro de Viena, el 29 de marzo de 1806. Pese a que su acogida fue mejor, se retiró de cartel tras dos representaciones. Tras ocho años, Beethoven retomará su obra, incorporando modificaciones en el libreto y en la música.
3. Fidelio, su versión definitiva, se estrena en el Theater am Karntertor el 23 de julio de 1814, dirigiéndola el propio Beethoven. Traseste tercer intento se logra el éxito total.
La crítica siempre ha sido especialmente dura con Fidelio. Si bien es cierto que la obra no alcanza las cimas de inspiración que tienen sus últimas obras, es cierto que esto pudiera aplicarse a determinadas escenas introductorias por las que el autor siente un menor aprecio. Bien es cierto que algunos también han observado que Fidelio, más que una ópera en la que se ensalza un personaje u otro, es un canto a la libertad y a los ideales revolucionarios que por aquél entonces surgían por doquier en la sociedad europea. Fidelio constituye el culmen del singspiel, cuyo ascenso imparable había comenzado años antes con La Flauta Mágica, de Mozart.
En el aspecto formal, digamos que existen cuatro oberturas de la obra. Leonora I, II y III, y la de Fidelio propiamente dicha. Las dos primeras fueron escritas para su último estreno.
Como momentos álgidos en esta ópera citemos el Coro de prisioneros; el cuarteto Mir ist so wunderbar; en la escena de Florestan Gott¡ Welch dunkel hier¡; y el aria de Leonora Abscheulicher¡ Wo eilst du hin?
Fidelio
Singspiel en dos actos
-Personajes
-Leonora/Fidelio: Soprano dramática.
-Florestán: Tenor dramático.
-Don Pizarro: Bajo-barítono.
-Rocco: Bajo.
-Marcelino: Soprano lírica.
-Jaquino: Tenor lírico-ligero.
-Don Fernando: Bajo o barítono
-Primer prisionero: Tenor
-Segundo prisionero: Bajo
-Coro: lo mencionamos por su importancia en la ópera.
-Argumento
-Acto I
Se desarrolla en una fortaleza-prisión. Nos encontramos en el patio de la fortaleza, y Marcelina rechaza a Jaquino, que la pretende desde hace tiempo. Le dice que prefiere a Fidelio, joven que ayuda a Rocco en las tareas de la prisión. Este Fidelio es Leonora, esposa de uno de los prisioneros (Florestan), disfrazada de hombre. Mientras el padre de Marcelina ve con buenos ojos la atracción de su hija hacia el joven Fidelio, éste pregunta a Rocco por uno de los prisioneros (su esposo, Florestan), que lleva varios años en la cárcel, y a quien se da ya por muerto. Se ofrece a llevarle comida. Rocco no quiere desobedecer al gobernador, enemigo jurado de Florestan. Pese a todo, Fidelio se ofrece a llevar comida a los presos.
Llega Don Pizarro, comunicando la próxima llegada de don Fernando, ministro del Rey. Este quiere comprobar que los prisioneros no son sometidos a vejaciones ni malos tratos. El gobernador quiere aprovechar esta visita para deshacerse de su enemigo
Rocco rechaza una oferta del gobernador para asesinar a Florestan, mientras este ha apostado a un hombre en el camino para que le avise con un toque de trompeta, de la llegada de don Fernando. Rocco, como mucho, accede a cavar la tumba del prisionero una vez que el mismo gobernador se haya desecho de él. Esta conversación ha sido oída por Fidelio, quien monta en cólera ante tamaña cobardía.
Los prisioneros, aprovechando el cumpleaños del rey salen al patio un momento a tomar el sol. Fidelio, siempre en su papel, pregunta a Rocco por el permiso para celebrar su boda con Marcelina y antes, visitar a los calabozos, a lo que el carcelero contesta que no hay inconveniente alguno por parte del gobernador
Pizarro, al ver a los prisioneros en el patio, reprende a Rocco. Fidelio, Marcelina y Jaquino se encargan de devolverlos a sus celdas.
-Acto II (dividido en dos cuadros)
CuadroI
Florestan, desfallecido por el hambre que le hace pasar el gobernador, medita en su calabozo sobre su terrible destino. Solo le queda la esperanza de que todo termine y pueda reunirse con su esposa Leonora.
Fidelio y Rocco se disponen a cavar la tumba del desgraciado prisionero. Aquel, cree reconocer a Florestan y pide permiso a Rocco para darle un poco de comida. Pizarro entra decidido a matar a Florestan, pero Fidelio se interpone sacando una pistola y amenazándolo. En esta tesitura ya deja su papel de hombre. Justo en este momento suena una trompeta anunciando la llegada del ministro del rey. Mientras el gobernador y Rocco huyen, los esposos se reconocen, cantando su alegría.
Cuadro II
La acción se desarrolla en el patio de armas del castillo. Al salir los prisioneros a la luz, una vez liberados, don Fernando reconoce a Florestan, su amigo, al que había dado por muerto. Pizarro culpa a Rocco de todo este embrollo al ser mandado apresar por el ministro del rey. Mientras tanto, Marcelina llora desolada al conocer la personalidad real de Fidelio, a la vez que el coro canta las virtudes de la valiente esposa.
Escrito por José Belmonte
Desde España
Fecha de publicación: Octubre de 2009.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0013 de Sinfonía Virtual