|
SEMBLANZA DE JUAN PEDRO ESNAOLA Y SU TIEMPO (II) El año 1822 fue particularmente fructífero para la difusión y la enseñanza musicales en Buenos Aires. Hemos visto en nuestro artículo anterior cómo en ese año se produjeron tanto el inicio de las actividades de la Academia de Música como sociedad de conciertos, como la fundación de la Escuela de Música y Canto gracias a Picasarri, tío de Juan Pedro Esnaola. Para poner un poco más en contexto el panorama musical revisemos algunas notas publicadas en el diario La Nación en 1966 por el compositor argentino Roberto García Morillo (1911-2003): “En el instante en que estalla la Revolución de Mayo, la actividad musical en el país era ya bastante movida y variada, consecuencia evidentemente de las iniciativas llevadas a efecto durante la época colonial, aunque manteniéndose desde luego en un plano muy simple sin mayores pretensiones ni preocupaciones de índole trascendental. La música era ante todo una actividad secundaria de mera distracción y pasatiempo. Este movimiento intuía sin embargo diversos factores constitutivos, en primer término el aporte folklórico, pues paulatinamente se iba gestando entre nosotros un cancionero popular independizándose en parte (como una especie de anticiclón de la libertad política) del correspondiente a la Madre Patria, en base a dos corrientes principales, la europea (española y francesa) principalmente a través del Río de la Plata que luego se expandía por el interior, y la indígena proveniente del Norte. El desarrollo y fusión de ambas corrientes va gestando y dando origen al elemento folklórico criollo. Así comienzan a precisarse algunos tipos de danza y canción, como el Cielito, la Media Caña y el Pericón en la zona pampeana, y en el Norte la Zamacueca, el Triste, la Vidala y la Baguala. Al mismo tiempo florecían en los salones de las familias tradicionales, sobre todo entre los porteños, las piezas vocales e instrumentales de circunstancia que naturalmente eran consecuencia de las normas imperantes en la organización social del momento, en los primeros tiempos de la época romántica y derivadas también en parte de las formas europeas difundidas hacia ese momento; es la etapa en que se vulgariza el Minué, la Gavota y luego el Vals, y con acento mas criollo el Cuando y la Condición. Estas piezas de salón, graciosas e ingenuas son fundamentalmente producto de aficionados, algunos de ellos bien dotados, a veces poetas y compositores al mismo tiempo; es un repertorio de tono amable entre sentimental y lírico sin mayor profundidad ni exigencia de valor artístico. En los albores de la revolución, tenemos entonces esos dos factores, el popular y campesino y el ciudadano que descansa ante todo en la página de salón. Pero luego se les une, desarrollándose rápidamente fruto de las circunstancias, un tercer elemento, el Patriótico, que inmediatamente adquiere acento épico y exaltado, al conmemorar los aspectos salientes y los episodios de las luchas por la Independencia(…)” (1) Recordemos que pocos días antes de llegar a Buenos Aires provenientes de Europa José Antonio Picasarri y el joven Esnaola, un maestro italiano, Virgilio Rabaglio, había lanzado desde las columnas del “Argos de Buenos Aires” un llamado a los aficionados a la música para la organización de una Sociedad Filarmónica. De hecho Rabaglio había conocido en Europa a quien fuera el Ministro de Gobierno del Gobernador de Buenos Aires Martín Rodríguez, Bernardino Rivadavia. Nos cuenta Dionisio Petriella en su “Diccionario biográfico ítalo-argentino” que la protección dispensada por Rivadavia a las artes hizo que llegaran al país músicos y cantantes, entre ellos Virgilio Rabaglio, el cual, desde su residencia en Buenos Aires, animaba con tertulias musicales el ambiente porteño de esos días. También se irían afincando en la ciudad el notable violinista italiano Santiago Massoni y el tenor español Mariano Pablo Rosquellas. No fueron los únicos. En su interesante trabajo “La guitarra en la música sudamericana” Néstor Guestrin nos comenta, ratificando los datos recorridos en nuestro artículo anterior por otras fuentes: “El año de 1822 es de particular importancia para la actividad musical, y la guitarra en particular, en Buenos Aires. Ese año arriba a esta ciudad procedente de Europa, después de haber hecho escalas en Río de Janeiro y Montevideo, el genovés Esteban Massini (1788-1838). En la capital uruguaya da un concierto en junio de ese año junto al célebre violinista Massoni, su compañero de viaje, figurando en el programa "un dúo de guitarra y clarinete de la composición de Massini", "Un dúo de guitarra y violín", y "Unas variaciones de guitarra del maestro Carulli", entre otras obras. Al llegar a Buenos Aires, en Octubre de 1822, publica avisos ofreciendo sus servicios como profesor de guitarra. Además de dominar este instrumento, era también ejecutante y maestro de flauta, clarinete y flageolet doble [o chirimía, instrumento de viento emparentado con la flauta dulce]. Massini tiene una destacada actuación en el ámbito musical de Buenos Aires, desde su llegada en 1822 hasta su muerte en 1838, formando una cantidad de discípulos que enriquecerán la vida musical porteña. (…) El 27 de Julio de ese mismo 1822 ocurre otro acontecimiento importante: se inaugura la Academia de Música, fundada por otro italiano llegado a Buenos Aires dos años antes, en Abril de 1820, Virgilio Rabaglio, dibujante, pintor, arquitecto, músico, en síntesis "Profesor de Bellas Artes", como él mismo gustaba llamarse. Dedicado a la docencia, dando lecciones de guitarra, violín, piano, canto, y también de dibujo. (…) Es posible que en ese año de 1822, el muy famoso Ferdinando Carulli, uno de los guitarristas más aclamados en el París de entonces, haya visitado el Plata. Así lo afirma el investigador Cédar Viglietti, aunque esta noticia no la hemos podido confirmar. A los conciertos organizados por Rabaglio se suceden los que organiza la Sociedad Filarmónica al año siguiente, donde volvemos a encontrar el Dúo de guitarras con forte- piano de Carulli, ejecutado en el programa del 4 de Agosto de 1823, el Cuarteto de guitarras de Carulli, junto a un Cuarteto de guitarras con piano de Haydn, el 17 del mismo mes, y el 23 de Octubre un concierto de Esteban Massini, acompañado entre otros por el pequeño Juan Pedro Esnaola.” (2) Una interesante fuente de información es el trabajo de José Antonio Wilde “Buenos Aires desde 70 años atrás”. Wilde fue médico y escritor, hijo de un inmigrante inglés casado en segundas nupcias con una criolla. Había nacido en 1814 y falleció en 1885. El recorrido interesantísimo que realiza Wilde es el de un cronista minucioso de su época. Sin embargo, a pesar de ser un libro publicado en 1881, no tiene un prosa ni alambicada ni fantasiosa. Es como una sucesión de imágenes objetivas a las cuales su autor desea rescatar del olvido. Menciona explícitamente este hecho. La Nación y Buenos Aires estaban cambiando aceleradamente en esos tiempos, y Wilde se propone dejar una pintura precisa de sus recuerdos e informaciones. Su padre Santiago (James) Spencer Wild era un súbdito inglés que había llegado a Buenos Aires en 1811. Había fundado la Sociedad del Buen Gusto en el Teatro y el periódico “El Argos de Buenos Aires” ya mencionado. Estrenó en el Coliseo Provisorio dos pequeñas piezas cómicas y se sabe que tradujo varias obras teatrales. De hecho fue el primer traductor de Shakespeare en estas tierras. Así recuerda José Antonio Wilde la presentación de la Escuela de Música fundada por Picasarri. Concurrieron los ministros de Gobierno y Hacienda y el doctor Seguí, enviado del Gobierno de Buenos Aires, y Secretario del de Santa Fe. Se ejecutaron las piezas siguientes:
Segunda parte:
El 15 de enero del 23, dio Massoni en una de las Salas del Consulado, un concierto. Massoni, como ya hemos tenido ocasión de hacer notar, era de los profesores más aventajados que se conocían hasta entonces en el Río de la Plata. Ya había sido favorablemente juzgado en el Brasil, por jueces competentes, donde ocupó el puesto de primer violín en la Capilla Real. Amenizó el acto el entonces joven de 16 años [tenía 14 en realidad] Juan Pedro Esnaola, sobrino del que fue su maestro, el padre Picazarri; ese joven sobresalía ya en esa edad por su admirable ejecución en el piano. Cantó también tres arias de diferentes óperas. Llevados de esa afición, los jóvenes se reunían, ensayaban canciones y daban serenatas con frecuencia. Después de otros muchos, cuyos nombres no recordamos, daba lecciones de guitarra el aventajado profesor don Esteban Massini.” (3) En el año 1804 se había construído el “Coliseo Provisorio”, el único teatro que funcionaría en Buenos Aires hasta 1838 en que se inaugura el Teatro de la Victoria que pasará a competir con el Coliseo Provisorio. Es en este teatro, el Coliseo, que se estrena, en 1825, la primera ópera completa en Buenos Aires: “El barbero de Sevilla” de Rossini. El empresario y cantante Mariano Pablo Rosquellas, había organizado una compañía que no sólo estrenó “El barbero” sino varias obras de Rossini durante los años siguientes (La Cenerentola, L'inganno felice, L'italiana in Algeri, Otello, Tancredi, La gazza ladra y Aureliano en Palmira). Tengamos en cuenta que, también en 1825, el famoso tenor español Manuel García, el primer conde de Almaviva, representaba junto a su compañía “El barbero” en el Park Theatre de Nueva York. En febrero de 1827 se estrena en Buenos Aires “Don Giovanni” de Mozart, 40 años después de su estreno mundial. El reparto incluye al propio Rosquellas Don Juan…………………………………….. Pablo Rosquellas En 1823 Miguel Vaccani y su esposa María Cándida habían llegado a Buenos Aires. Miguel había sido contratado por Rosquellas durante su paso por Río de Janeiro para venir a trabajar a Buenos Aires. Los hermanos Tanni también habían venido a la ciudad atraídos por el movimiento cultural de esos tiempos. Un muy joven Esnaola frecuentaba todas estas manifestaciones. Cantaba muy bien y había participado junto con su tío, muy poco tiempo antes, de representaciones fragmentarias de estas grandes obras (arias sueltas, ejecuciones de Oberturas). Con los maestros extranjeros que van llegando se enriquece la representación teatral de las óperas, el “teatro in musica”. La situación política no era sencilla. La siguiente década, 1830, va a deparar conflictos y cambios que se verán reflejados en el quehacer cultural. Esnaola no queda al margen de los cambios, pero su musa no decae. Ya lo veremos en el próximo artículo.
(1) García Morillo, Roberto, Los comienzos de la música argentina. Diario La Nación, 1966. (2) Guestrin, Néstor, La guitarra en la música sudamericana. Edición electrónica, http://nestorguestrin.cjb.net/ (3) Wilde, José Antonio, Buenos Aires desde setenta años atrás. Ediciones elaleph.com, http://www.elaleph.com/libros.cfm?item=1091&style=biblioteca
María Laura Del Pozzo
|
SINFONÍA VIRTUAL. TU REVISTA DE MÚSICA Y REFLEXIÓN MUSICAL ISSN 1886-9505 · www.sinfoniavirtual.com
|