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EL CONCIERTO COMO EL LUGAR EN EL QUE EL MÚSICO SE JUEGA LA VIDA

Mauricio Weintraub
Director de Orquesta

(Nº 3, ABRIL, 2007)


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REFLEXIÓN, OPINIÓN

RESUMEN

El Miedo en el momento de hacer Música se genera en tres ámbitos diferentes: El Emocional, el Musical y el Existencial. A continuación intentaremos comprender, en líneas generales, el primero de estos ámbitos, es decir el Ámbito Emocional. Describiremos así los aspectos que lo componen, cómo interactúan y de qué manera esta interacción favorece el disfrute o acrecienta el temor del músico en el momento de tocar.

Palabras clave: Miedo escénico, Pedagogía, Emoción


El Miedo en el momento de hacer Música se genera en tres ámbitos diferentes: El Emocional, el Musical y el Existencial. A continuación intentaremos comprender, en líneas generales, el primero de estos ámbitos, es decir el Ámbito Emocional. Describiremos así los aspectos que lo componen, cómo interactúan y de qué manera esta interacción favorece el disfrute o acrecienta el temor del músico en el momento de tocar.

        Lógicamente la descripción que a continuación se expone está hecha a los efectos de posibilitar una mayor comprensión de aquello que suele percibirse de manera confusa y entremezclada. En este sentido, los aspectos que a continuación se mencionan son sólo maneras de delimitar energías diferentes y sus nombres están puestos con el objetivo de facilitar la comprensión de sus funciones y realidades. En palabras de Norberto Levy, es solo un intento por alambrar el mar.


Estructura Interna del Ámbito Emocional

Llamaré Ámbito Emocional del músico a aquel espacio interno en el cuál éste se relaciona consigo mismo. Como señalaba anteriormente , dentro de este Ámbito Emocional el músico se relaciona de tres maneras diferentes: A través de frases que se dice a sí mismo, a través de emociones que siente por sí mismo y a través de acciones que, siempre en el ámbito interno, este músico “se hace” a sí mismo.
A continuación y con el sólo efecto de una mejor comprensión de este ámbito mencionaremos la existencia de dos aspectos internos y nos referiremos a ellos casi como si fueran dos individuos diferentes.


El Ejecutante

El Ejecutante es un aspecto eminentemente práctico. Es aquella parte del músico que sale al escenario y lleva a cabo el hecho de tocar. Puede hacerlo bien o mal o, incluso puede no hacerlo debido al temor que el tocar le produce; pero de todas maneras su función consiste en el hecho de tocar. Lógicamente el Ejecutante es también quien disfruta y/o quien teme.

        En líneas generales el músico reconoce fácilmente y se identifica sin mayores dificultades con su aspecto Ejecutante. Así, el músico mismo se presenta diciendo “soy guitarrista”, “soy violinista” o “soy director de orquesta” nombrándose en este “ser” a partir del hacer del Ejecutante.

El Crítico/Guía

El Crítico/Guía, por su lado, es aquel aspecto interno del músico que se encuentra junto al Ejecutante cada vez que éste toca, se dispone a tocar o ha tocado. En este sentido, este Crítico/Guía es un aspecto “no práctico” ya que no toca (pues no es esta su función) sino que opina acerca de la manera en la que el Ejecutante tocó. Es importante comprender que esta opinión no es sólo verbal (por ejemplo: “sos un desastre tocando” o “sos genial”) sino que este Crítico/Guía también experimenta emociones (enojo, pena, decepción, alegría, desilusión, orgullo, etc.) por el Ejecutante y, siempre en el plano interno, realiza acciones que expresan estas emociones hacia él (le grita, lo golpea, lo abandona, lo abraza, lo alienta, etc.).

        En definitiva, diremos, que el Crítico/Guía es aquella “voz” o aquel “sentir” que el músico tiene en su interior referido a sí mismo con relación a su concierto, a su actividad o a su propio ser músico.


Crítico/Guía y público

Es muy interesante observar que, por lo general, el músico no es conciente de su aspecto Crítico/Guía o lo es pero no lo considera fundamental en su problemática referida al miedo escénico ni se identifica con él. De esta manera ningún músico se piensa a sí mismo diciendo “soy guitarrista y también soy un Crítico/Guía de mi aspecto guitarrista”.

        Ahora bien, es fundamental comprender que cuando el músico no es plenamente conciente de su propio aspecto Crítico/Guía le adjudica las opiniones y emociones de éste al público o a quien lo esté escuchando. Así, cuando el Crítico/Guía opina negativamente sobre la actuación del Ejecutante, es decir, cuando el músico opina negativamente acerca de su propia actuación, pero es felicitado por alguna persona que se encontraba en el público, este músico generalmente no puede creer en esta felicitación. En estos casos algunas de las opciones que el músico imagina con respecto a quien lo está felicitando suelen ser las siguientes: “no sabe nada de música” o “es mi mamá/pareja/amigo y le gustó porque me quiere” o, la más frecuente, “me tiene lástima y no me dice lo que verdaderamente piensa de mi actuación”.

        En definitiva, el músico no puede creer lo que “un otro” dice si esto es diferente a lo que su propio Crítico/Guía dice, y esto es así porque no hay manera de confiar en un mundo diferente al que el Crítico/Guía muestra.

         Lógicamente, de aquí se concluye un hecho fundamental, al músico sólo le importa de manera decisiva la opinión de su propio Crítico/Guía.


La Función del Crítico/Guía

Un último punto de fundamental importancia a analizar se refiere a la función del Crítico/Guía dentro del Ámbito Emocional del músico, es decir a “qué es aquello para lo que el Crítico/Guía está dentro de este ámbito emocional”.
Señalaremos entonces, como un punto de fundamental importancia, que la función del Crítico/Guía es ayudar al Ejecutante y que esta ayuda debe tener siempre dos objetivos ineludibles: Por un lado que el Ejecutante pueda tocar cada vez mejor y por el otro que pueda disfrutar cada vez más de su hacer música.

         Independientemente de si el Crítico/Guía esté ayudando o no al Ejecutante es fundamental recordar su función original ya que el recuerdo y la paulatina concientización de esta función hace que lentamente el músico comprenda que no es sólo el Ejecutante quien no está pudiendo tocar como desea sino que también es el Crítico/Guía quien no está pudiendo ayudar al Ejecutante como éste necesita.

        Como ya he señalado anteriormente y como veremos también a lo largo de estos artículos, cada vez que un Ejecutante fracasa en una presentación hay también un Crítico/Guía que no ha sabido acompañar y ayudar al Ejecutante según su necesidad.

La relación entre Ejecutante y Crítico/Guía

La relación entre el Ejecutante y el Crítico/Guía constituye la relación fundamental del Aspecto Emocional del músico y, determina en gran medida la autoestima, la confianza y la valoración que este músico tendrá hacia sí mismo y hacia su labor.

        Mencionaremos a continuación algunas características generales de esta relación sin ingresar en su clasificación sistemática con el objetivo de comprender al menos en los conceptos fundamentales la importancia de la misma.

Hijo-Padre / Alumno-Maestro

La relación entre Ejecutante y Crítico/Guía reproduce la relación que se da entre Hijo y Padre o entre Alumno y Maestro. En este sentido el Ejecutante/Hijo/Alumno es el “ser a nutrir” mientras que el Crítico-Guía/Padre/Maestro es el “ser que nutre”.

        Esta relación es esencialmente desigual porque cada aspecto tiene funciones diferentes pero además porque en este relación hay un aspecto que está dentro del sistema “para sí mismo” (el Ejecutante) mientras que hay otro aspecto que está en el sistema “para otro” (el Crítico/Guía, ya que está en función de ayudar al Ejecutante).

        De la misma manera un maestro está en la relación con su alumno para ayudarlo y no para tocar. Así, podrá tocar brillantemente o no pero este tocar no tiene que ver con su función de maestro; es por ello por lo que encontramos, en muchas ocasiones, excelentes músicos con profundas carencias como maestros.


Origen de esta relación interna

Como se podrá entrever, el origen de esta relación interna entre Ejecutante y Crítico/Guía se encuentra, por lo general, en la relación que el músico ha tenido con sus primeras figuras de autoridad, es decir padres y primeros maestros.

         Así, el Crítico/Guía aprendió a tratar al Ejecutante de una manera similar a cómo estas mismas figuras de autoridad han tratado al músico cuando éste era un niño, sea en hechos relacionados con la música o no.

         Imaginemos una escena:

        El niño está aprendiendo a caminar y lógicamente se cae varias veces durante el proceso de aprendizaje. El niño llora entonces porque se lastima la rodilla en la caída.

        Hasta aquí el niño llora como consecuencia del dolor que le produce un pequeño fracaso, similar a los que cualquier proceso trae consigo; este dolor es un dolor inherente al hecho de crecer ya que este hecho siempre trae consigo el error más o menos momentáneo.

         Sin embargo, ¿Cómo reacciona el Padre ante la caída del Hijo? Pensemos en dos opciones opuestas:

         a) Lo abraza y le dice: “No te preocupes, la caída y el error son condiciones necesarias para aprender, yo voy a acompañarte a cada momento hasta que puedas caminar sin caerte. Antes de intentarlo nuevamente podemos pensar en si hay algo que podés hacer para evitar caerte las próximas veces”.

        b) Lo levanta zamarreándolo y le grita: “¡¡Pero siempre te caés!! ¡¡¿No ves que tenés que levantar más el pie para no tropezarte?!! Siempre lo mismo, todos tus compañeros ya caminan y vos te seguís cayendo. Así no vas a caminar nunca.

        Es importante comprender que ante cada posibilidad el hijo aprende dos cosas de manera simultánea:

         Ante la posibilidad a el niño aprende que el caerse/equivocarse es un paso necesario y normal en el aprendizaje y en el camino de crecimiento; llora unos minutos por el dolor en la rodilla, reflexiona acerca de su posible error y lo intenta nuevamente. Pero a la vez, y esto es quizá lo más importante, comienza a desarrollar un Crítico/Guía interior que más adelante será capaz de abrazar, contener, acompañar y ayudar al Ejecutante a alcanzar sus metas.

        Ante la posibilidad b el niño aprende que el caerse/equivocarse es digno de desprecio y enojo y que atenta contra el crecimiento, pero a la vez, y esto es seguramente lo más importante, comienza a desarrollar un Crítico/Guía interior que más adelante castigará y reprochará al Ejecutante en el error y actuará de la misma manera cuando este Ejecutante se equivoque durante el hacer música.

        Es fácil comprender que el niño del primer ejemplo se desarrollará con mayor confianza y potencia y reaccionará ante sus errores comprendiéndolos y abrazándose, mientras que el segundo se desarrollará con menor confianza y seguridad. Es evidente también que el primero disfrutará más del proceso hacia el caminar mientras que el segundo recorrerá este mismo proceso temiendo cada posible caída futura.

        Si trasladamos esta escena al plano musical podremos comenzar a comprender qué es lo que realmente teme el músico en el momento de tocar.

        ¿Qué teme el músico que teme?

        Como señalamos anteriormente, el aspecto que toca es el Ejecutante y, por lo tanto, este es también el aspecto que teme. Como señalamos también, este aspecto es el “hijo” en la relación ante un “padre” a quien hemos llamado Crítico/Guía.

        Cambiemos la caída dentro del caminar por un error en un concierto; esto es una nota desafinada, un olvido de memoria, una frase inexpresiva o aquello que para el músico constituya algo significativamente negativo dentro de su presentación.

        El Ejecutante es quien ha cometido este error y el Crítico/Guía es quien reacciona.

        Si el Crítico/Guía reacciona de la manera a, o de una manera similar, el Ejecutante estará triste por su error o concierto fallido pero no sentirá las soledad y las dudas con respecto a su “ser músico” común a la mayoría de músicos que experimentan temor escénico. Sabiendo que no será maltratado o abandonado, continuará intentándolo hasta alcanzar progresivamente los resultados deseados.

        Si el Crítico/Guía reacciona de la manera b, el Ejecutante sentirá la misma tristeza con respecto a su concierto pero, fundamentalmente, experimentará temor por el concierto siguiente, se sentirá sólo, no comprendido y comenzará a dudar de su potencia y capacidad para tocar. Si esta escena se repite a lo largo de varios conciertos o presentaciones el Ejecutante tendrá dos caminos: o bien continuará tocando exponiéndose y temiendo el maltrato de su Crítico/Guía (padre) o bien abandonará el hecho de tocar para evitar este maltrato.

        Es aquí cuando el músico que experimenta temor sufre una confusión que, generalmente impide la resolución de este mismo temor.

        La confusión es la siguiente: El músico cree que teme tocar en público o, mejor dicho que teme equivocarse en público. Sin embargo, es importante comprender que en realidad ningún músico teme tocar en público y ningún músico teme equivocarse en público; lo que el músico teme en realidad, es lo que le ocurre internamente cuando se equivoca en público. Y esto es así porque lo que le ocurre internamente es un aspecto interno maltratado, abandonado y desvalorizado por otro cuya verdadera función es protegerlo, ayudarlo y acompañarlo en el proceso de crecimiento.

        La comprensión de esta sutil pero fundamental diferencia es el punto de apoyo para la transformación del miedo escénico en el Ámbito Emocional.

        En este sentido, cuando el músico comprende que lo que teme no es al público sino a una parte de sí mismo, experimenta una sensación dolorosa pero a la vez tranquilizadora. Es dolorosa porque aquella crítica temida y, muchas veces escuchada, solo duele de manera lacerante y definitiva porque refleja una parte propia. Tranquilizadora porque en el mismo momento en que el músico descubre que el problema no está afuera sino dentro de sí, comprende también que ha recuperado la posibilidad de modificarlo y la posibilidad de trabajar para alcanzar su propio disfrute.

         Comprende entonces que ha recuperado su destino.

Una imagen final: El Precipicio

Para finalizar describiré una imagen que, personalmente, me ha servido muchas veces para comprender en profundidad de qué manera se da la relación entre Ejecutante y Crítico/Guía dentro de la situación de exposición.

        Imaginemos al escenario como un precipicio. La tarea del Ejecutante es caminar por el borde de este precipicio, desde un extremo al otro, siempre en la cornisa, al lado del vacío. En el camino del Ejecutante hay algunas piedras, estas piedras pueden ser los pasajes complicados o las notas difíciles.

         Cuando la relación entre Crítico/Guía y Ejecutante es disfuncional (ejemplo b) el Crítico Guía se para a una distancia prudencial del Ejecutante, separado de él, apoyado en la tierra, alejado del vacío. Se para con los brazos cruzados y cuando el Ejecutante va a comenzar su camino (su concierto) le dice:

        - Espero que te vaya bien. Tratá de no trastabillar con las piedras porque si trastabillás te vas a caer y debajo no hay nada. Vas a morir. Aquí te jugás la vida.

        Cuando la relación es funcional (ejemplo a) la escena es exactamente igual: Está el Ejecutante, el precipicio, las piedras y la tarea del Ejecutante es, también aquí, caminar de un extremo al otro. El único que ha cambiado es el Crítico/Guía.

        Este Crítico/Guía ahora no está sobre de la tierra. Está en cambio, suspendido en el vacío, como un colchón blando.

        Y le dice al Ejecutante:

        - Vos no te preocupes, tratá de no tropezarte (equivocarte), pero si te tropezás aquí estoy yo. Yo te recibo blandamente, te sostengo y te vuelvo a poner en el camino tantas veces como sea necesario. Aquí no te jugás nada, podés intentar disfrutar de la maravilla de estar frente al abismo, no hay peligro. Tanto si disfrutás como si no conseguís hacerlo, habrá otros precipicios y yo estaré siempre como colchón hasta que no me necesites más de esta manera.
Podés empezar cuando quieras. Yo estoy aquí.

        El colchón del Crítico/Guía es el Amor incondicional del Crítico/Guía por el Ejecutante.
        El Amor incondicional del Padre por su Hijo.
        El Amor incondicional del músico por sí mismo.

        Imaginémonos brevemente ¿quién disfrutará más? ¿quién estará más tranquilo?



NOTAS A PIE DE PÁGINA


1 “Introducción a la Problemática del Miedo en el momento de hacer Música” – M. Weintraub, 2006.

2 “Introducción a la Problemática del Miedo en el momento de hacer Música” – M. Weintraub, 2006. “¿Por qué no disfruto en el Escenario?” – M. Weintraub, 2004. Editado por Claves Musicales.

3 “¿Por qué no disfruto en el Escenario?” – M. Weintraub 2004 – Editado por Claves Musicales, www.clavesmusicales.com/libro .

4 Para un análisis más detallado de esta relación ver “¿Por qué no disfruto en el Escenario?”, Cap. I “El Aspecto Emocional” – M. Weintraub 2004. Editado por Claves Musicales www.clavesmusicales.com/libro .

5 Para un análisis más detallado ver “La relación Alumno-Maestro” – M. Weintraub 2006 – www.sinfoníavirtual.com entre otras publicaciones.



Escrito por Mauricio Weintraub
Desde Argentina
Fecha de publicación: Abril de 2007
Artículo que vió la luz en la revista nº 3 de Sinfonía Virtual.
ISSN 1886-9505



 

 

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ISSN 1886-9505 · www.sinfoniavirtual.com


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