LECTURA. SUS AUTORES NOS HABLAN DEL NUEVO LIBRO: EL BAÚL DE LOS GENIOS
Antonio Pardo Larrosa y Carlos Quinto Villaescusa
Arqueología de una idea
Tan pronto como dejaron sus paraguas y se protegieron en el primer refugio, él se levantó, sacudió sus huesos en la fosa común e irrumpió en la universalidad. Gracias Wolfgang Amadeus Mozart
Bernard Shaw, sobre el desolado
y lluvioso entierro de Mozart.
La Arqueología, etimológicamente hablando –del griego ἀρχαίος 'viejo' o 'antiguo', y λόγος estudio- es una disciplina, o ciencia, encargada de estudiar el pasado a través de los vestigios materiales que subsisten en el presente. Para nosotros la realización de El Baúl de los Genios constituye esa búsqueda de lo antiguo, un viaje a lo desconocido que el lector sabrá apreciar en su justa medida. Es la arqueología de una idea, o expresado de un modo más visceral, la Arqueología de un sentimiento. Nuestra desmedida pasión por la música ha propiciado que esa incansable búsqueda se convierta en algo tangible. Es la materialización de un sueño… una ensoñación tan real que en numerosas ocasiones no diferenciábamos la realidad de lo onírico. El Baúl de los Genios es el resultado de muchos años de trabajo donde hemos puesto el corazón y el alma para presentar de una forma honesta nuestra particular visión de la música clásica. En sus páginas hemos pretendido contar esa pequeña, pero no por ello menos importante, parte de la historia de la música que en uno u otro sentido ha quedado en el más absoluto de los olvidos. El Baúl de los genios… El despertar del músico olvidado es la primera parte de un ambicioso proyecto literario que pretende reflejar la verdadera naturaleza de la historia de la música clásica. En última instancia, su naturaleza responde a una intención divulgativa que sirva de aprendizaje y que siente las bases de una formación sólida y coherente relacionada con el estudio y deleite de la música.
Para apreciar y entender con claridad el Baúl de los Genios en toda su dimensión literaria debemos realizar una pequeña y sencilla exégesis de la misma, explicando, en primer lugar, que motivó su elaboración. Es nuestra intención mostrar la preocupación que sentíamos por encontrar una estructura coherente y diáfana que le diera sentido al libro, teniendo en cuenta la gran cantidad de información de la que disponíamos. Y por último, otorgarle un significado teleológico que determine cual debe ser la práxis de sus contenidos. Estos tres cuerpos autónomos definen la esencia de la obra posibilitando su ulterior desarrollo como texto independiente. Es el resultado de un viaje dividido en tres etapas, cada una de ellas representa los diferentes estadios por los que hemos pasado en la elaboración de nuestra obra.
Como y cuando surge la idea, que motiva su elaboración y como llegamos a escribir El Baúl de los genios… El despertar del músico olvidado, son algunas de las cuestiones que debemos plantearnos para entender la naturaleza de la obra. Comenzando nuestro pequeño estudio arqueológico tropezamos con el primer estadio de nuestro viaje musical: “Motivación”. Esta tiene nombre y apellidos, se trata del compositor, director de orquesta y pianista de origen polaco Morizt Moszkowski, cuyo descubrimiento fue para nosotros la causa que desencadenó todo lo acontecido tiempo después. Fundamentalmente y al margen de cualquier otro tipo de consideración baladí la razón fundamental de que nosotros escribiéramos el Baúl de los Genios la tiene su concierto para piano y orquesta in E. major op. 59. Profesor de nuestro Joaquín turina, la vida y la obra de Moszkowski, desconocida para nosotros, fue la fuente de inspiración que necesitábamos para emprender nuestra gran aventura. Pensamos que su descubrimiento no debía responder a un hecho aislado y puntual, todo lo contrario, observamos perplejos que sentaba los cimientos de nuestro modesto proyecto. Surgió entonces la gran pregunta, esa sobre la que se vertebra toda nuestra historia:” ¿Cuántos Morizt Moszkowski Existieron?”. Empezamos una búsqueda sin tregua, un viaje a lo desconocido. Buscamos a lo largo de la historia de la música clásica compositores que de alguna forma deambularon por este mundo y nunca tuvieron el reconocimiento que sus maravillosas obras se merecen. Pensamos que los que están, o se conocen, que son muy buenos -no nos cabe la menor duda-, hablamos de los Mozart, Beethoven, Bach, Ravel, Bartock… y así podríamos continuar durante siete vidas, no pudieron ser los únicos. Observamos que la historia es muy grande y que reducirla solo a este grupo de músicos es relativizarla en exceso. Fue un proceso de selección muy pensado, un trabajo metódico de análisis sistemático que propició el desarrollo de lo que nosotros consideramos que es nuestra particular visión de la historia de la música clásica, impresa en las páginas de nuestro Baúl de los Genios, El despertar del músico olvidado.
Para explicar la segunda etapa de nuestro particular viaje a través de la historia de la música me van a permitir una pequeña licencia literaria, narrando un sueño que me aconteció cuando intentábamos encontrar un nombre que definiera nuestra idea de lo que debía ser la historia de la música clásica y, por último, mostrara al público la verdadera esencia de nuestra obra. “Sueño”: “En una vieja y cansada tienda de mi ciudad, Salzburgo, pasaba yo las horas observando la vieja colección de instrumentos musicales que el bueno de Ludwig guardada en el sótano de su propiedad. Instrumentos que en otra época debieron ser acariciados por las prodigiosas manos de ilustres músicos. Chelos, violines, flautas, y hasta un viejo y desafinado piano que según contaba orgulloso el viejo anticuario había pertenecido al mismísimo Beethoven se amontonaban en aquel esperpéntico lugar. Contemplar aquella imagen me llenaba de satisfacción. Ser testigo de una parte de la historia de la música me hacía sentir el ser más afortunado de la tierra. Sentado sobre un pequeño taburete carcomido por la voracidad del tiempo, con los ojos cerrados, en mi mente se dibujaban las inmortales melodías que otrora conmovieron a reyes y príncipes. Pero mi atención estaba en otra parte. En un rincón del húmedo sótano observo una mesa sobre la que hay dos pequeños baúles de madera. La curiosidad dirigió mis pasos hacia el interior de la estancia. Me encontraba frente a la mesa observando de cerca aquellos objetos inertes. Encima y cubierto de polvo encontré una pequeña libreta de campo, como las que usaba Beethoven para anotar sus inmortales ideas. Con cuidado soplé sobre la tapa del cuadernillo y el manto blanco que cubre la portada deja ver una frase apenas legible escrita en alemán: “Historia de la música contada para nadie”. Aquello me dejó fuera de juego. Que quería decir el autor con tan extrañas palabras. Que enigma encerraba aquella misteriosa frase. Que se ocultaba detrás de todo esto. Me arme de valor y conteniendo la respiración tanto como pude abrí el cuadernillo. Durante algunos minutos leí en silencio intentando asimilar toda la información allí contenida. No podía creer lo que estaba leyendo… como podía ser posible tal cosa. Cogí una silla, algo más cómoda, respiré profundamente y me dispuse a leer.
Historia de la música contada para nadie
Esta es la historia de mi vida. Una vida dedicada al estudio y a la meditación. En estas líneas encontrarás la verdadera historia de la música tal y como yo la he vivido. Son un conjunto de pequeñas y anónimas historias fruto de mis numerosos viajes y que por motivos muy diversos y ajenos a mi intención jamás han sido reveladas. Ahora tú, anónimo lector, tienes la obligación de transmitirlas para que nunca más se olviden. Para ello debes entender el significado de estos dos baúles. Si estás sentado frente a la mesa, el Baúl colocado a tú derecha es el Baúl de la historia contada. Durante muchos años la historia de la música se ha contado a través de este Baúl. En él podemos encontrar el nombre de un gran número de compositores que durante siglos, de un modo u otro han sobrevivido al inexorable paso del tiempo. Autores que todos conocemos. Nada de sus vidas o de sus obras nos es ajeno. Este baúl siempre ha contado la misma historia, o expresado con otras palabras, representa el “alfa y la omega” de la música clásica que todos conocemos. Su naturaleza se erige en testigo y garante de un conocimiento que hoy en día se ha vuelto, y permíteme la expresión, recurrente. No es más que una historia contada de una forma cíclica. Por lo tanto este baúl debe permanecer cerrado y pase lo que pase nunca debe abrirse, y así debe seguir por más que pasen 100 años… Por el contrario, el Baúl que observas a tu izquierda es el Baúl de la historia que aún esta por contar. En él se encuentra esa parte de la historia que aún no se ha contado. Si observas con interés podrás ver como en su interior se encuentran todos esos genios anónimos que dormidos esperan el momento de despertar. Estos maravillosos compositores siempre han estado ahí -eso es lo curioso del asunto- pero es ahora cuando sus vidas dejan de ser anónimas y se muestran de un modo honesto y sincero al público tal y como son. Un baúl que una vez abierto nunca debe cerrarse, por que cualquiera puede buscar en su interior todas esas músicas que hicieron del mundo un lugar interesante donde vivir. Por eso debes abrirlo para que nunca más se cierre.
En este baúl encontré un gran número de compositores contemporáneos de los ya conocidos. Asomándome a el contemplé como, por épocas, el número de músicos aumentaba a una velocidad vertiginosa. Descubrí familias de músicos, como ya ocurriera con la de los Bach o la de los Strauss, apareciendo ante mis ojos la de los Benda o los Stamitz. Fui testigo de como a otros músicos se les catalogaba de la misma manera que al genio de Salzburgo. Sabías que hubo un Mozart inglés llamado Samuel Wesley; o uno negro, mujeriego y pendenciero llamado Joseph Boulogne; incluso las tierras del norte de Europa tuvieron su propio Mozart, Joseph Martin Kraus, por citar solo unos cuantos. Encontré un gran número de mujeres compositoras más allá de mi admirada Clara Schumann. Así estudié la obra de Pinottini, Chaminade, Ethel Smyth, entre otras muchas. Busqué sinfonistas españoles contemporáneos de Juan Crisóstomo Arriaga y mi dicha fue inmensa al comprobar que el mayor sinfonista de la época clásica en España fue Carlos Baguer. He sido un gran amante de la ópera y siempre quise saber si los grandes maestros del Bell canto escribieron música de concierto, y la sorpresa fue el comprobar que ilustres músicos como Paisiello, Mercadante, Méhul, Gassman… etc., compusieron una gran cantidad de obras sinfónicas y de cámara.
En ese momento algo distrajo mi atención. Cerré el cuadernillo y muy despacio lo fui introduciendo en uno de los bolsillos de mi abrigo. Mis manos seguían temblorosas… me di la vuelta y allí estaba el viejo Ludwig, imponente, apoyando su oreja sobre la tapa del piano. Rodeado de un aura especial sus arrugadas manos se deslizaban por las teclas del instrumento con una elegancia asombrosa. Como puede ser, debe tener más de noventa años, quien o que dirige esas prodigiosas manos, de donde obtiene esa fuerza… fueron algunos de los pensamientos que asaltaron mi mente. Miré de soslayo a mi derecha y allí seguía el condenado viejo interpretando esa deliciosa música. Degustando esta maravillosa escena un ruido sordo me hizo despertar. Empapado en sudor salté de la cama, dirigí mis torpes y adormecidos pasos hacia la percha donde se hallaba colgado mi abrigo e introduje la mano en uno de los desgastados bolsillos encontrando el viejo y enigmático cuaderno. Lo abrí y continué leyendo…
Ahora ya conoces toda mi historia. Dos cosas debo decirte para que todo cuanto he visto y aprendido durante mis numerosos viajes no quede en el olvido. Ordena y muestra al mundo aquello por lo que viví. No te dejes nada y toda la información que puedas recopilar a lo largo de tu vida, incorpórala para que mi historia… Nuestra historia quede al fin completada. Amigo lector, por último, debes encontrar un nombre que haga justicia a las maravillosas historias que aquí te ofrezco. Durante décadas, cuando compilaba toda la información que fui recogiendo aquí y allá decidí, después de numerosas cábalas, llamarla, “Historia de la música contada para nadie”, pero ahora que tú y yo nos conocemos es preciso que lo modifiques y le proporciones un nombre que defina y ensalce su verdadera naturaleza.
Aturdido y cansado por todo lo que acababa de experimentar no conseguí descifrar con claridad la rubrica que firmaba tan extraordinario hallazgo, solo pude leer las primeras letras: Ludw… Cerré el cuadernillo y al instante supe que el nombre que debía proporcionar a las memorias de mi anónimo amigo era: “El Baúl de los Genios… El despertar del músico olvidado”.
Sin hacer demasiado ruido llegamos al final de nuestro maravilloso viaje. Esta pequeña exégesis llega a su fin. A la última etapa de nuestra Arqueología de lo sentido la hemos llamado, “Sotto Voce”, termino utilizado en música para indicar que un fragmento se ha de interpretar de modo suave y a media voz. De puntillas y sin alzar la voz nuestra obra se ha colado dentro de la cultura popular y es en el imaginario colectivo donde tendrá su fundamento.
Lo que hemos pretendido con El Baúl de los Genios es ofrecerles una idea nueva y original. Nuestra labor de investigación no termina aquí, pues seguimos, con más devoción si cabe recopilando información y documentación que complete nuestra particular visión de la historia de la música clásica. En ella nuestra intención es la de mostrar al público todos los músicos que a lo largo del tiempo dejaron su impronta en el panorama musical de sus respectivas épocas. Es necesario –yo diría de obligado cumplimiento- conocer la historia musical de todos estos compositores para poder entender de una manera clara y evidente la evolución que la música ha sufrido en los últimos 400 años. Sin ellos es imposible entender la divinidad del gran Bach, o la genialidad del pequeño Mozart, ni que decir de la innovadora y arriesgada propuesta de nuestro admirado Beethoven. Son solo algunos ejemplos de como la música en el fondo es más compleja de lo que nosotros mismos podíamos imaginar. Ponemos punto y final a esta pequeña exégesis, a este viaje iniciático esperando que de alguna forma hayamos despertado la curiosidad que nuestro proyecto necesita para su posterior realización.
Escrito por Antonio Pardo Larrosa y Carlos Quinto Villaescusa
Desde España
Fecha de publicación: Enero de 2011.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0018 de Sinfonía Virtual