DEBUSSY: AL CLARO DE LA LUNA (I)
María Laura Del Pozzo
La obra “Claro de luna” de Claude Debussy (1862-1918) es una de las piezas más famosas, si no la más famosa, del compositor francés. Ha sido utilizada en innumerables ocasiones como música incidental para films o asociada a la representación musical de la pintura impresionista.
Si bien siempre es muy complicado tratar de interpretar las emociones que una obra musical puede suscitar en cada individuo, la pieza transmite inequívocamente una intención contemplativa, por momentos melancólica y por momentos sensual.
Clair de lune (tal es su nombre original) pertenece a una obra pianística más grande, que contiene 4 números, titulada Suite bergamasque. Esta suite está formada por un Preludio, un Minué, el ya mencionado Claro de Luna y el Passepied final. La suite es compuesta en 1890, un año antes de que Debussy escriba dos colecciones de canciones (Fiestas galantes) sobre textos de Verlaine, y una de las cuales será nuevamente titulada Clair de lune.
En el año 1869 el poeta Paul Verlaine publica una colección de poemas llamado Fetes galantes ("Fiestas galantes"). Los poemas son:
- Claro de luna
- Pantomima
- Sobre el césped
- La avenida
- De paseo
- Los ingenuos
- Cortejo
- Citeres
- En lancha
- Patinando
- En la gruta
- A Climene
- Carta
- Colombina
- El amor por tierra
- Coloquio sentimenta
Con el texto del primer poema, en 1887 Gabriel Fauré compone una canción y luego hará la mismo Debussy en 1891.
Clair de Lune (Paul Verlaine)
Votre ame est un paysage choisi
Que vont charmant masques et bergamasques
Jouant du luth et dansant et quasi
Tristes sous leurs déguisements fantasques
Tout en chantant sur le mode Mineur.
L’amour vainqueur et la vie opportune
Ils n’ont pas l’air de croire a leur bonheur
Et leur chanson se mele au clair de la lune,
Au calme clair de lune triste et beau,
Qui fait rever les oiseaux dans les arbres
Et sangloter d’extase les jets d’eau,
Les grands jets d’eau sveltes parmi les marbres.
Traducción de Manuel Machado:
Vuestra alma es un exquisito paisaje,
Que encantan máscaras y bergamascos,
Tocando el laúd y danzando y casi
Tristes bajo sus fantásticos disfraces.
Siempre cantando en el tono menor,
El amor triunfal y la vida oportuna
Parecen no creer en su felicidad
Y sus canciones se unen al claro de la luna.
Al tranquilo claro de luna, triste y bello,
Que hacen sonar los pájaros en los árboles,
Y sollozar extáticos a los surtidores,
Surtidores esbeltos entre los blancos mármoles.
Como bien explica Leda Schiavo en su trabajo Estudio de un espacio imaginario: ‘Las fiestas galantes (1), el tópico de las fiestas galantes se relaciona con el mito del paraíso y la edad de oro; la cantidad de elementos que engloba explica el poder de fascinación que ha ejercido en artistas del siglo XVIII, XIX y XX. Naturalmente se puede hacer su prehistoria y rastrearlo desde la antigüedad a través de la literatura pastoril y el amor cortés o en la pintura relacionado con el tópico del ‘jardín del amor’ o la ‘fiesta campestre’. Tal como cristaliza en el siglo XVIII en el teatro y en la pintura, la fiesta galante puede seguir dos tradiciones: la primera relacionada con el jardín del amor, uniendo el goce de lo sensual con la naturaleza, y la segunda que sigue el tópico del viaje a Citera, la isla de Venus, suele tener como escenario la orilla de un mar o río, con parejas a punto de embarcarse hacia o desde la isla.
Con el nombre de fiestas galantes el tema se consolidó en el siglo XVIII, sobre todo con la fama de Watteau en la pintura (véase la imagen de la izquierda) y de Marivaux en el teatro en verso. Ellos son los máximos representantes del género, pero es necesario recordar que fueron precedidos y acompañados por toda una constelación de nombres que inciden en el tema, tanto en la pintura como en el teatro. En el llamado teatro de Feria francés, que recogió la tradición de la comedia del arte italiana (aunque fue prohibido, por momentos se apropió de las máscaras características), y en la Ópera, se representaban obras relacionadas con el tema de las fiestas galantes y el “ Peregrinaje” (a Citera). ‘Peregrinos de Citera’ dos óperas con el mismo titulo de Fuzelier (1713) y de Letellier (1714), y ‘Los amores de Citera’ de Charpentier (1715) son algunos ejemplos.
Antoine Watteau nació en 1684, tuvo una breve vida (36 años) y se le atribuye la creación del género de “Fiesta galante” plasmada básicamente en sus trabajos “Peregrinaje a la isla de Citera” y “Embarque para Citera” que se encuentran en el Louvre y en Berlín respectivamente.
Watteau tuvo la virtud de dar nueva vida a tópicos ya establecidos, de provocar la imaginación de la posteridad, creando mitos que parecían nuevos, con elementos tradicionales de la imaginación literaria y pictórica. (…) Poco antes de su muerte alcanza renombre internacional. Hacia 1750 el arte de Watteau comienza a aparecer amanerado y tanto Voltaire como Diderot lo menosprecian. Es considerado el pintor del Antiguo Régimen y después de la revolución de 1789 el “Peregrinaje…” estuvo a punto de ser destruído por los estudiantes de arte (1)
A lo largo del siglo XIX Watteau es redescubierto y Gautier, Victor Hugo, Verlaine y Baudelaire, entre otros, admiran su universo simbólico pero agregándole una melancolía y adaptando esa visión a la nueva realidad.
Verlaine además transforma las fiestas galantes a la nocturnidad que en Watteau no se registraba.
Por otro lado, la visión de Michel Faure en “Historia social de la música” es bastante crítica. Es especialmente dura en su apreciación de la características generadoras de la relectura de las fiestas galantes que hacen los poetas y los músicos de la segunda mitad del siglo XIX y principio del XX.
Las Fiestas Galantes de Verlaine hablan a quienes sueñan con círculos elitistas y vacaciones eternas. Les convienen a aquellos que se complacen en abandonarse a horas efímeras al abrigo del oleaje de Citera y bajo su sombra segura. De lo diurna que era antes de Verlaine, la fiesta galante se transforma en nocturna. Ella vela la luz y la realidad. Renuncia a actuar. El Verlaine de las Fiestas Galantes no ofrece a fin de cuentas nada más a sus admiradores que la desesperación y la nada (2)
Faure continúa con dureza:
Sea por una necesidad insatisfecha de ternura, sea por un hastío de lo cotidiano, sea por presión de los círculos mundanos a los cuales debía su éxito y su subsistencia, Gabriel Fauré se deja ganar por el encanto bergamasco de Verlaine.
Y sobre Debussy dispara:
Él explota las primeras posibilidades musicales de las Fiestas galantes de Verlaine. Su Pantomima, su Mandolina y las primeras versiones de En sourdine y Clair de Lune aparecen desde 1881-1882. Hijo del pueblo, a diferencia de Fauré que pertenece a la mediana burguesía, Debussy exige a este arte aristocrático de compensar, o mejor aún, de limpiar lo plebeyo de sus orígenes. Ya que la llegada social le interesa, para satisfacer la sed de costosa elegancia que su complejo social le impulsa a su genio, y para vengar los fracasos de un padre partidario de la Comuna que fue condenado, se impone a sí mismo a una sociedad que corte con todo aquello. Las Fiestas galantes de Debussy son algo más que la expresión de un esnobismo sublimado. Como las de Fauré, son la brillante librea que se ponen nuestros compositores, para vender a los privilegiados, que pueden comprarlos y disfrutarlos, su razón y sus modos de vivir (2)
En nuestro próximo artículo conoceremos lo que el propio Debussy opinaba sobre su música, sobre los críticos y sobre el entorno cultural de su época.
Bibliografía y citas:
(1) Schiavo, Leda: Estudio de un espacio imaginario: “Las fiestas galantes“.
(2) Faure, Michel: Son regard sur l‘Histoire sociale de la Musique
Escrito por María Laura del Pozzo
Desde Buenos Aires (Argentina)
Fecha de publicación: Abril de 2010.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0015 de Sinfonía Virtual