UNA MIRADA SOBRE BELA BARTOK
María Laura del Pozzo
Desde el comienzo no puedo dejar de notar la enorme influencia de la realidad política y social en la retrospectiva de la figura de Bartók. Se puede argumentar que en todas las personalidades del pasado esta influencia es notoria, pero también es cierto que una figura más cercana a nuestro presente hace al mismo tiempo más evidentes los cambios y los quiebres producidos.
Empecemos por el inicio más convencional: Béla Viktor János Bartók nació el viernes 25 de marzo de 1881 en Nagyszentmiklós, una ciudad en el distrito húngaro de Torontál. Inmediatamente debemos aclarar que esa ciudad natal ya no se llama así, ni pertenece actualmente a Hungría. Se transformó en Sînnicolau Mare, en Rumania.
Béla perdió tempranamente a su padre y por esa razón su madre, que era maestra, decidió buscar el mejor lugar para la educación de sus hijos y para su propio empleo. Es así como la familia se mudó continuamente entre 1889 y 1894 hasta que la madre obtuvo un cargo pedagógico en Pozsony.
Una breve disgresión histórica nos va a permitir entender el drama que la región sufriría después de la Primera Guerra Mundial.
Con respecto al carácter de la paz que se impuso a los vencidos (Alemania y sus aliados) “surgió de las diversas conferencias de 1919 y 1920 y no cuenta casi con precedentes en los anales de las naciones modernas. Fue una paz dictada más bien que negociada. (...) No se admitió a alemanes y austríacos en las conferencias, sino cuando los documentos estuvieron listos para que los vencidos pusieran la firma al pie. (...) El Tratado de Versailles se aplicó casi exclusivamente a Alemania. Con el objeto de arreglar cuentas con los aliados de ésta – Austria, Hungría, Bulgaria y Turquía – se redactaron pactos por separado.
El convenio con Austria, conocido como el Tratado de Saint-Germain y firmado en 1919, le quitó a esta nación las tres cuartas partes de su superficie y población. El Tratado de Neuilly concluído con Bulgaria, fue el segundo.
El tercero fue el Tratado del Trianón y en 1920 se firmó con Hungría. Se le intimó que transfiriera Eslovaquia a la nueva República de Checoslovaquia, la Transilvania a Rumania y Croacia-Eslavonia a Yugoslavia. Pocos casos se han dado de violación más flagrante del derecho de autodeterminación de los pueblos. Numerosos distritos de la Transilvania poseían una población de más de la mitad húngara. En Eslovaquia vivían casi un millón de magiares (pueblo originario fundador de la moderna Hungría) (...) No está de más agregar que el Tratado del Trianón cercenó la superficie de Hungría y su población; sus 125.000 millas cuadradas quedaron reducidas a 35.000, y sus 22 millones de habitantes a 8 millones.” (1)
Entre 1894 y 1899 Bartók y su familia vivieron en Pozsony. Él asistió a la escuela secundaria, además de proseguir con sus estudios musicales con László Erkel y Anton Hyrtl.
Pozsony (el nombre húngaro de la ciudad) pasó a llamarse Bratislava después del Trianón y cuando pasó a integrar Checoslovaquia. Se trató, en el nuevo régimen, de eliminar los viejos nombres alemanes y húngaros de la ciudad. Debemos recordar que Bartók era un hombre aún joven cuando esto ocurrió, aunque ya no vivía allí. Sí su madre, que permaneció en Pozsony/Bratislava hasta 1930, en que se mudó a Budapest convencida por su hijo.
Las palabras van manifestando el quiebre social y político. El cambio de “nombre” (nombre propio: palabra que se apropia o se da a seres animados o inanimados para designarlos o diferenciarlos de otros de su misma clase) es el cambio de “propiedad”, de “identidad”.
¿Podemos suponer tal vez que la sensibilidad de Bartók intuye años antes lo que está por venir? Durante la primera década del siglo XX se produce en él una de las decisiones fundamentales de su vida: decide dejar lo que había comenzado como una carrera tradicional de concertista de piano y compositor. En 1905 comienzan sus investigaciones en Hungría junto a Zoltán Kodaly; se dedican recoger los cantos, la música instrumental y las danzas campesinas, para luego transcribirlas en papel pentagramado y realizar un diagnóstico exhaustivo de los elementos (escalas, ritmos, intervalos musicales, velocidades, fraseo, etc). Luego fue extendiendo Bartók sus estudios a gran cantidad de pueblos: rumanos, rutenos, eslovacos, búlgaros, turcos.
Márta Ziegler, primera esposa de Bartók, recuerda: “La otra persona que tenía una estrecha relación con Bartók [además de su madre y su tía] era su hermana Elza. (...) Estaba casada con el capataz de una hacienda en el distrito de Békés. (...) Su casa estaba siempre abierta a parientes y amigos que buscaban tranquilidad y reposo. Bartók solía alojarse en ella y reunió allí muchas de sus canciones folklóricas.” (2)
Lidi Dósa había nacido en Transilvania y era niñera. En el verano de 1904 coincide casualmente en un retiro de verano con Bartók. Ella acompañando a la familia para la cual trabajaba y el compositor preparando sus presentaciones como concertista y dedicándose a la creación.
- ¿Cómo conoció a Bartók?
Lidi Dósa: “ ... yo estaba en el retiro de verano. Nuestras habitaciones eran contiguas. Oía a Bartók practicando todo el tiempo, y una vez, él me escuchó cantar. Le cantaba al niño...La canción le gustó a Bartók y me pidió que la cantara de nuevo porque quería anotarla. Después de ponerla por escrito, se sentó al piano y la tocó. Me llamó y me preguntó si la estaba tocando correctamente. Era exactamente como yo la había cantado.”
Se dice que este encuentro alentó a Bartók en su interés por la música folklórica; una de esas canciones, “Manzana roja”, se publicó con un acompañamiento escrito por el propio Bartók a comienzos de 1905.
Notable es la integración que se produce en el compositor, de todas estas influencias. A lo largo de los años va produciéndose una infiltración cada vez mayor de lo folklórico en su obra, en un proceso que el propio Bartók conoce y analiza. Se inicia con una estilización romántica de la música húngara (a lo Liszt), previo al comienzo de sus investigaciones con Kodály. Va atravesando distintos grados de compenetración con el material hasta llegar a la sublimación del folklore. En este último período ya no recurre a ninguna melodía documental del pueblo. Todo es creación del músico, que ahora maneja el idioma folklórico como el poeta domina su lengua madre.
Dijimos más arriba que Bartók decide apartarse un tanto de la carrera musical “tradicional” para comenzar sus investigaciones etmusicológicas. Sin embargo, su contacto con la tradición en el sentido más profundo de la palabra está por iniciarse. Casi al mismo tiempo que se va amalgamando más y más con las tradiciones de su pueblo, con su forma de expresarse, la realidad política va pulverizando y fragmentando la región, va “desnombrando” ciudades y pueblos enteros, va empujando a un exilio concreto o espiritual a sus pobladores.
No todos comprendieron esta necesidad.
En 1931, Bartók publica Música folklórica húngara, y el compositor holandés Bernard van Dieren publica su opinión sobre el trabajo:
“De todas las puerilidades artísticas, las de los compositores – aunque a veces ingenuas – son las más exasperantes. Su actitud es tan irritante como la actuación impostada de un niño. (...) El niño terrible de ayer manifestaba travesura y maldad con una capa roja, un estoque y una sonrisa burlona. El de hoy se presenta como un experto racionalista. Su puntal es el fonógrafo...Una demostración claramente penosa de esta inadecuación del novísimo credo es Música folklórica húngara de Béla Bartók.
Un compositor de primer orden se muestra aquí tan fascinado por el glamour de una supuesta ‘investigación científica’ que dilapida su valioso tiempo en una tarea que cualquier empleado eficiente podría realizar sin esfuerzo en un par de años.”
Curioso punto de vista para un compositor (tal vez no un creador). Lo más notorio es la incapacidad de comprender el diálogo cultural y estético que solamente el trabajo de campo podía brindarle a Bartók. Ese contacto directo con lo originario de su cultura, la comprensión e internalización conciente con ese lenguaje y la sustentación objetiva de esa/su identidad social.
El pasaje que sigue es todavía más curioso por lo despectivo y sarcástico:
“La tarea podría haber merecido igualmente el nombre de ‘investigación científica’ si Bartók y sus amigos hubieran vagado por los campos de Hungría contando los pelos de las colas de los caballos y hubieran informado puntualmente al mundo que un especimen de cinco años en ‘Felsoeboldogfalva’ tenía, según el cómputo de Bartók, una cola compuesta por 475.982 pelos (subclase 5cIII) mientras que la señora Kodály encontraba una potranca en ‘Magyargyeromonostor’ con un antepasado procedente de ‘Szentegyhazasfalu’ que con 475.999 pelos en la cola entraba triunfalmente el 5 de septiembre de 1910 en la Clase II.3 sub c.
Existen en el libro todas estas clases, ¡para no hablar de los nombres! (..)
Con el debido respeto (!) esto no es sino charlatanería y nada más. La ciencia abandonó hace mucho tiempo el hábito de trabajar con clases de ‘dos’ y sub-clases de ‘uno’ del mismo modo que los ejércitos no tienen ya brigadas de dos hombres y batallones de un soldado cada uno, salvo en ciertas repúblicas sudamericanas donde el único soldado es un General, razón por la cual estos ejércitos son motivo de risa, exactamente como lo es Bartók por su Ciencia de Ejército de República Sudamericana (sic) con sus divisiones cómicas y su organización infantil.” (3)
No sabemos cuál era el conocimiento que Van Dieren tenía de la milicia sudamericana, pero en lo que a cultura folklórica , y más aún, en lo que a ideología se refiere el pensamiento único queda muy de manifiesto: lo que no alcanzo a comprender es erróneo. Lo que no puedo pronunciar es risible. Las decisiones que yo no me animaría a tomar son incomprensibles (y criticadas) en los demás.
En el próximo artículo evocaremos al Bartók profesor y sus puntos de vista sobre la obra de sus contemporáneos.
PUEDE VER LA SEGUNDA PARTE (PUBLICADA EN JULIO DE 2008) PINCHANDO AQUÍ |
Mc Nall Burns, Edward, Civilizaciones de Occidente, Buenos Aires, Peuser, 1953.
- Ziegler, Marta, Documenta Bartokiana, 1970 (citado por Malcolm Gillies, Bartók remembered, -trad. castellana P. Gianera, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2004-)
- Van Dieren, Bernard, “Musical Microtomy”, 1931 (citado por Malcolm Gillies, Bartók remembered, -trad. castellana P. Gianera, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2004-)
Bibliografía extra:
Salner, Peter, Ethnic polarisation in an Ethnically Homogeneous Town, Czech Sociological Rewiew, 2001
Escrito por María Laura del Pozzo
Desde Buenos Aires (Argentina)
Fecha de publicación: Abril del 2008.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0007 de Sinfonía Virtual